La hora de desactivar los discursos del odio

18 noviembre 2023 20:06 | Actualizado a 19 noviembre 2023 14:00
Comparte en:

La sesión de investidura que permitió a Pedro Sánchez renovar como jefe del Gobierno y los hechos que se han sucedido en protesta por los pactos del PSOE con los partidos independentistas reflejan un elevado nivel de crispación en un ambiente muy hiperventilado que hay que enfriar para evitar males mayores. Sin ir más lejos, el mismo jueves varios diputados socialistas que desayunaban en un bar fueron insultados y agredidos con el lanzamiento de huevos. Y las noches en la madrileña calle Ferraz han albergado a individuos que han coreado insultos, ofensas muy graves y terribles proclamas neonazis.

Es obvio que sería ya el momento de enfriar el debate y reconducirlo hacia una mayor sensatez y un mayor realismo cívico. Hay que bajar la temperatura y abandonar el territorio de la radicalidad en la que lo ha instalado la polarización. En la forma, pero también en el fondo, porque determinadas acusaciones sobre la deriva totalitaria del futuro Gobierno de coalición, que no se corresponden con la realidad, azuzan un determinado caldo de cultivo de resentimiento que después fomenta el discurso del odio. Es lo que hay que sacar del espacio público. Determinados mensajes de la ultraderecha sobre el ‘golpe de Estado’ no son de recibo y forman parte de una escenografía apocalíptica cargada de irresponsabilidad. La deslegitimación democrática del Gobierno es un paso muy peligroso que hay que erradicar de raíz y que nunca debe confundirse con la protesta legítima.

Determinados mensajes de la ultraderecha sobre el ‘golpe de Estado’ no son de recibo y llevan una importante carga de irresponsabilidad

Ahora bien, que haya que enfriar las palabras y aplicar una mayor cordura no puede ocultar que un sector importante de la sociedad contemple con preocupación la ley de amnistía y que proteste por ello. La crítica es consustancial a cualquier sistema democrático y forma parte del ejercicio natural de la política. La democracia no es monopolio de nadie. Hay que cuidarla y cultivarla todos los días sin aspavientos innecesarios que sólo aumentan el desprestigio de las instituciones y ponen en riesgo la convivencia pacífica.

Comentarios
Multimedia Diari