Se acerca el 31 de agosto, San Ramon, como se decía antes, cuando muchas fechas llevaban asociado en el acervo popular el nombre de un santo. En mi infancia, en el último día de agosto se hacía una merienda en nuestra era para celebrar el final de la cosecha, cuando las espigas de trigo, cortadas antes por la segadora, habían soltado ya sus granos dorados en los sacos que colgaban de la trilladora.
Con la llegada de las cosechadoras, avanzando como monstruos sobre el campo, se redujo a pocos días un trabajo que duraba semanas.
El 31 de agosto tiene hoy emociones menos familiares. Este día terminan dos plazos: el bélico de Afganistán y el deportivo que marca el cierre de la temporada de fichajes. Algunos jugadores están a tiempo de coger un último avión.