La trampa de Kissinger

31 mayo 2022 07:44 | Actualizado a 31 mayo 2022 13:17
José Mª de Areilza
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¡El antiguo secretario de Estado del presidente Nixon, Henry Kissinger, ha sugerido en el Foro de Davos dos ideas que posiblemente no están a la altura de sus anteriores reflexiones como gurú de las relaciones internacionales. El nonagenario afirma, por un lado, que hemos entrado en una nueva era, una confrontación global entre democracias y autocracias. Por otro, y esta es la idea más inquietante, que el país invadido debería ceder parte de su territorio para acabar con la guerra y facilitar un acuerdo rápido sobre la base del status quo antes de febrero de 2022. Si no, Rusia acabará uniendo su destino a China, al sentirse enfrentada de modo radical a Europa.

La petición de que Ucrania deje de defenderse no es realista. Por mucha presión que pusieran sus aliados internacionales, los ucrania-nos, una nación en pie de guerra, no aceptan una solu-ción que permita a Putin desmembrar el país vecino

El anuncio de la llegada de una época distinta no es original ni preciso y se podía haber hecho en los últimos años de ascenso pacífico de China y repliegue global de Estados Unidos. Sobre todo, la petición de que Ucrania deje de defenderse no es ni siquiera realista. Por mucha presión que pusieran sus aliados internacionales, los ucranianos, una nación en pie de guerra, no aceptan una solución que permita a Vladímir Putin desmembrar el país vecino y recompense una violación flagrante del Derecho Internacional.

La resistencia heroica hasta la fecha de los invadidos es ya una victoria moral. Una victoria completa de Ucrania, con su economía colapsada, no es un escenario probable. Putin espera que la subida de los precios de la energía y la crisis alimentaria en ciernes acaben por debilitar los apoyos externos a Ucrania que le brindan cuarenta países. Pero el futuro no está escrito y la defensa de la democracia y de los derechos humanos es reclamada hoy con más fuerza y con medios eficaces por más ciudadanos de todo el mundo.

Depende de nosotros si creamos un orden mundial para el resto del siglo XXI basado en reglas o nos deslizamos hacia la inestabilidad perpetua

Kissinger sigue viviendo en la Guerra Fría, en la que su proyecto de distanciar a China y a la URSS fue esencial. Depende de nosotros si creamos un orden mundial para el resto del siglo XXI basado en reglas o nos deslizamos hacia la inestabilidad perpetua, un desorden en el que prevalece la ley del más fuerte. Además, la contención y la cooperación con China será más factible si Putin no consigue sus objetivos en Ucrania. Rusia, por otra parte, no estará por siempre sometida a un dictador en declive. La trampa de Kissinger es no entender el cambio y no darse cuenta de que el progreso moral existe. La tensión a nivel global entre lo que podemos hacer y lo que debemos hacer se puede resolver hoy de manera distinta, sin los esquemas gastados de un pasado occidental mejorable.

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