Cómo hemos cambiado en apenas un año. ¿Recuerdan aquellas citas en los balcones, cada día puntualmente a las ocho de la tarde, para aplaudir y rendir un merecidísimo homenaje a los sanitarios que luchaban en primera línea contra el coronavirus? Eran los tiempos de la solidaridad, cuando los unos ayudaban a los otros y cuando jurábamos que de esta saldríamos «todos juntos».
Qué lejos queda todo aquello cuando uno lee que el sindicato de enfermería SATSE se ve obligado a pedir «contundencia» al Gobierno y a las comunidades autónomas ante el repunte de agresiones verbales y físicas a profesionales sanitarios después del período de confinamiento. Y es que esta entidad ha constatado que cada vez son más frecuentes los episodios de violencia verbal, como insultos o amenazas, aunque también se han denunciado los de carácter físico, empujones o golpes.
¿Qué nos está pasando? ¿Quiénes nos creemos que somos para agredir a los profesionales que nos cuidan incluso a riesgo de su propia salud y la de los suyos? Porque quizá nosotros hayamos cambiado, pero ellos siguen allí, cansados y fatigados física y emocionalmente, pero al pie del cañón, como nunca han dejado de estar. Siguen siendo héroes. Tratémoslos como a tales. Porque se lo merecen, sí. Pero también por nuestro propio bien.
