Semana Santa

Acompañábamos a los monaguillos en los anuncios de los actos religiosos, tocando las ‘matracas’, ya que no se podían tocar las campanas porque estábamos de luto

27 marzo 2024 19:30 | Actualizado a 28 marzo 2024 07:00
Florenci Nieto
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Según cifras de la Generalitat, el total de turistas en Catalunya en la Semana Santa del año pasado fue de más de 950.00 personas, lo que supuso un 25% más que en 2022. La gran mayoría proviene de residentes de Catalunya y del resto de la nación, mientras que el turismo del resto del Estado llegó a las 200.000 llegadas, y solo el mercado francés trajo unos de 70.000 turistas.

Me vienen a la cabeza unos recuerdos extraordinarios de la Cuaresma y la Semana Santa de nuestra infancia, cuando llegaban los amigos de otros lugares de la geografía española, a los que no veíamos desde las vacaciones de verano del año anterior.

La amplia mayoría tenían casa en el pueblo, aunque procedieran de diferentes puntos de España, incluso de Francia e Italia.

Estoy seguro de que esta Semana Santa batiremos un nuevo récord de visitantes y turistas. Nuestro comercio, la restauración y la hostelería de Tarragona se lo merecen

Recuerdo que no podíamos escuchar música, o que acompañábamos a los monaguillos en los anuncios de los actos religiosos, tocando las ‘matracas’, ya que no se podían tocar las campanas desde el Miércoles Santo hasta Domingo de Pascua o de Resurrección, ya que estábamos de luto. Íbamos por las calles del pueblo tocando las matracas y anunciando el acto religioso que tocara.

También recuerdo que teníamos que ir a ayudar en la iglesia a tapar a los santos, los cubríamos con un manto negro y todos queríamos mostrar nuestras habilidades escalando a las partes más altas de la iglesia, tanto del altar mayor como del resto de la iglesia.

Como los visitantes eran de diferentes puntos, la comida típica para esta época era muy variada y buenísima, pues los amigos nos invitaban a ir a comer y/o cenar a sus casas y cada día íbamos a una casa distinta.

Recuerdo la porrusalda o el potaje de espinacas y garbanzos, o las lentejas viudas, el bacalao con huevos rebozados, caldereta de rape, los buñuelos de Cuaresma o las torrijas bañadas en leche con canela y limón, las rosquillas de anís, los pestiños...

Y, cómo no, la tradicional ‘mona’ aquí en Catalunya, que en la mayoría de los casos era un gran rosco con huevos de chocolate y colores alrededor.

Durante la Semana Santa no puedo dejar de recordar el pequeño y mediano comercio, establecimientos con una increíble calidad en toda la gama de sus productos. Aunque fueran las 22 h, si nos enviaban a comprar algo que se habían dejado, nos abrían la tienda y nos lo vendían. Esta ha sido siempre la calidad de nuestro comercio.

Estoy seguro de que esta Semana Santa batiremos récord de visitantes y turistas y nuestro comercio, la restauración y la hostelería se lo merecen. Estas fiestas son la puerta de acceso a las vacaciones de verano y, al ser buenas estas, sin duda, también lo serán las de verano.

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