La adopción y acogida de animales –especialmente de perros–despierta muchas conciencias, aunque según explica Ismael M. Royo a la hora de la verdad ha comprobado que hay « cierta desinformación de lo que deciden hacer algunos organismos dedicados a gestionar las acogidas de animales. No sé dónde empiezan las cosas ni dónde acaban», comenta. También dice haber conocido un nivel de implicación que lo ha dejado «desconcertado». «Si hay gente que se dedica a esto, nadie debería poner ninguna pega y tendría que actuar de forma inmediata», opina Royo.
Todo empezó el domingo 27 de diciembre, cuando llegada la tarde, Ismael y su nieta Júlia se encontraron un cachorro hembra de raza podenco en un descampado de Reus. «El pobre animal estaba asustado, desnutrido y algo magullado. Además presentaba una inflamación en una de sus patas y tenía signos de maltrato», explica el hombre.
Al ser domingo y de noche, ambos decidieron llevarse el cachorro a casa para darle un techo donde dormir y algo de comida caliente. Al día siguiente ya le buscarían sitio de acogida y a su amo. La mañana siguiente Royo contactó con la Guàrdia Urbana. «Nos dijeron que teníamos que demostrar que el animal era de Reus y que teníamos que llevar a la perrita al veterinario cuanto antes para comprobar si tenía chip y eso hicimos», detalla.
Decisión familiar
Royo añade que en una época de fiestas suelen venir gastos derivados de presentes navideños entre otros elementos. «Naturalmente, esto me costará dinero imprevisto, añadiéndole el 21% de IVA. Esto me hará renunciar a compras que quería hacer estos días tan señalados. Cabe la posibilidad de que el cachorro necesite cirugía», dice Royo.
Paralelamente, un familiar vinculado en adopciones y acogidas de animales, le proporcionó el contacto de un colectivo de voluntarios que gestionaba la recuperación de animales perdidos. «Tras varias llamadas sin respuesta me admitieron que los perros perdidos no podrían ser atendidos, ya que era un asociación de voluntarios y que hacían lo que podían», relata aún sorprendido.
Cambios de protocolo
Ya sin saber a quién acudir, Ismael M. Royo volvió a llamar a la Guàrdia Urbana para explicar el caso de nuevo. «Hablé con una mujer que me aseguró que una entidad especialista contactaría conmigo. Efectivamente me llamaron y me pidieron cantidad de datos personales», continua. Una vez informada del caso, la mujer que lo atendió -al enterarse que el cachorro había sido llevado al domicilio de Royo- le dijo que el protocolo cambiaba. «El animal ya no provenía de la calle y había que hacer una instancia a la Guàrdia Urbana informando. Mi desconcierto era indescriptible», explica Royo.
Una vez ocurrido todo esto, el hombre telefoneó a la Guàrdia Urbana y les explicó lo último que le habían dicho en el refugio. «Intenté disimular mi indignación. Me contestaron que les llevara la perrita a sus instalaciones y les pregunté qué destino tendría el cachorro y no me dijeron nada claro». Ante esta respuesta, Royo dice sentirse «con el deber de buscar a alguien que pueda adoptar a la perra».