70 personas se quitaron la vida en Tarragona en 2022

Son seis personas menos que en 2021, pero las cifras se mantienen elevadas tras la pandemia. Preocupan los jóvenes

07 julio 2023 13:12 | Actualizado a 08 julio 2023 20:00
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Pol Gual es un chico de solo 15 años de La Rápita que en febrero de 2023 se intentó quitar la vida. Su padre, Joan Gual Rebull, denunció de manera pública la situación a través de todos los medios posibles. No quería silenciar ese suceso porque callando muchas veces no se consigue nada. El acoso escolar fue una de las causas de esa trágica decisión. El adolescente logró sobrevivir de manera milagrosa.

Conviene parar aquí porque hay que hacer hincapié en que nunca hay una sola causa para tomar la decisión de intentar quitarse la vida. Así lo quiere dejar claro Diana Díaz, directora de las líneas de ayuda y portavoz de la Fundación ANAR, que afirma la siguiente reflexión con contundencia: «Hay que dejar claro que es un fenómeno multifactorial en todas las personas, desde adolescentes hasta personas mayores. No hay una sola causa. La conducta suicida es la punta del iceberg de un montón de problemas. La persona está viviendo una situación en su día a día que siente que no tiene la capacidad de solventarla. Entonces es cuando entran en juego mecanismos de huida y defensa como es la fuga y la conducta suicida».

La directora va más allá y pone un claro ejemplo para entenderlo: «No se puede decir que una persona se ha quitado la vida porque la han desahuciado o que el acoso escolar ha sido lo que ha llevado a un menor a tomar esa decisión. Eso es un mensaje erróneo porque siempre hay más de una causa».

Benito Rosas, psicólogo experto en adicciones y trastornos emocionales del centro tarraconense Interapia, comparte de manera total el pensamiento de Díaz y da otros argumentos para dejar claro que nunca hay un factor único para desarrollar una conducta de este tipo: «Es un tema muy complejo y parte de su complejidad radica en su multifactorialidad. Yo más que causas hablaría de factores de riesgo, que son muchos. Los principales podrían ser los problemas de salud mental (depresión y ansiedad) y los factores sociales (acoso escolar) y familiares (maltrato), pero son muchas las variables que hay. Cuando detectamos que la vida de una persona está en peligro, nosotros tenemos que abordar este problema con sutileza porque sobre todo detrás de estos actos hay un sufrimiento no verbalizado».

Volviendo al caso del menor de La Rápita, Pol sigue recuperándose a día de hoy de las dolencias que le causaron la caída y tiene como objetivo «ponerse bien para empezar una nueva vida y poder explicar su experiencia y concienciar a los adolescentes de que con su actitud pueden provocar estas situaciones». Su testimonio será muy valioso en los próximos años, tal y como confirma Díaz: «Hay que darles voz a estas personas porque tenemos que intentar que la gente conozca que hay mecanismos de ayuda. Desde Fundaciones, psicólogos... Estoy convencida de que si le diesen más voz y presencia, los intentos o los casos de suicidios disminuirían».

Por desgracia, no hablamos de un episodio suelto y muchos de estos casos terminan con la pérdida de la vida. El suicidio es una palabra tabú, pero que no siempre debería silenciarse. Está ahí e ignorar el problema no es la solución. Tratar el tema con delicadeza y rigor periodístico es obligatorio. Hay que hacerlo. 52 hombres y 18 mujeres se quitaron la vida en el 2022 en Tarragona. Las cifras son menores a las de 2021 (59 hombres y 17 mujeres), pero se mantienen en el vértigo alcanzado desde la aparición de la pandemia de la Covid-19. Son datos muy preocupantes y que el Instituto Nacional de Estadística (INE) ha publicado recientemente. A nivel nacional, el problema es también evidente, siendo una media diaria de 11 víctimas, un máximo histórico.

La pandemia, clave

Diana confirma que su Fundación ha visto de manera clara con datos y testimonios que los intentos de suicidios o ideas suicidas han aumentado de manera clara desde el foco de los adolescentes: «Hemos pasado de atender 131 casos de conducta suicida en 2012 a atender 4.534 casos en 2022. Las cifras son muy alarmantes. A partir del 2020 es cuando ha comenzado la curva de crecimiento y claramente coincide con la pandemia».

Para Rosas, la pandemia es un contexto que no ha favorecido a las personas con trastornos mentales, pero hace hincapié en lo siguiente: «La pandemia ha sido una situación que nos ha impactado a todos. Pero hay que dejar claro que muchas de las personas que han venido por un motivo de consulta era por un problema que ya venían arrastrando de manera encapsulada desde antes de la pandemia. Las personas han salido de la pandemia con lo que ya traían».

Hay que dejar claro que es un fenómeno multifactorial en todas las personas, desde adolescentes hasta personas mayores

Desde la Fundación ANAR no se habla de suicidios, pero el INE sí que ha publicado datos de menores que se han quitado la vida en los últimos años. La curva sigue creciendo. En 2021 en España, 201 menores de 25 años se quitaron la vida, un 40% más que un año antes. Y la pesadilla continuó el año pasado, cuando los menores de esa franja de edad que se suicidaron fueron 212, once más que un año antes, con un 5,5% de aumento. Este último porcentaje demuestra que el crecimiento de los suicidios entre los españoles más jóvenes va al doble de ritmo que entre la población general. A nivel catalán, estas cifras también son muy duras, teniendo en cuenta que es la segunda causa de muerte de jóvenes de 15 a 29 años en Catalunya.

¿Qué es lo que está provocando este aumento tan significativo?

Díaz pone sobre la mesa un actor al que hay que vigilar muy de cerca: «Sabemos muchas de las cuestiones que pueden estar influyendo en este aumento de casos y tienen mucho que ver con el uso inadecuado de la tecnología, algo que también está relacionado con todos los problemas mentales. La tecnología tiene que estar, pero hemos de tener en cuenta cuando hablamos de menores de cómo se debe usar». A lo que añade: «El mal uso de la tecnología puede tener un efecto llamada. Si un menor está en un momento de su vida complicado, a través de la tecnología puede contactar con foros o con otras personas que refuerzan la idea de utilizar los mecanismos de escape como las conductas suicidas y las autolesiones, y eso es un problema que se está amplificando».

Rosas cree que los adolescentes son un perfil peligroso y lo expone así: «La adolescencia es una etapa del ciclo vital en la que una persona se identifica y es un periodo en el que el control de las emociones se complica. Si el niño no tiene ese entorno familiar para desarrollar su confianza puede desarrollar una conducta de este tipo».

Para terminar este reportaje, Benito Rosas da su consejo para las personas que estén atravesando una situación compleja y puedan llegar a leer este texto. El psicólogo lanza un claro mensaje que debe ser leído e interiorizado con la máxima voluntad posible: «Hay una frase que lo resume todo y que dice que el dolor compartido es medio dolor. Las personas tienen que pedir ayuda y es mi principal consejo. Aquí en España hay muchas fundaciones que dan un espacio para escuchar ese dolor y a partir de ahí van derivando a diferentes instituciones y puedan metabolizar ese problema».

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