«Para mí es una temeridad y un riesgo utilizar el Teatre Auditori del Camp de Mart», aseguraba ayer el exconcejal de Cultura, Josep Maria Prats, quien decidió en agosto de 2017 cerrar el equipamiento a la espera de un informe técnico que determinara las patologías. Prats explicaba que «no cuesta nada hacer las cosas bien hechas. No pasa nada si la administración pública reconoce, de una vez por todas, que se debe arreglar un espacio».
Así de contundente se mostraba ayer Josep Maria Prats al conocer la intención de reformar el equipamiento sin cerrarlo. El actual portavoz de Units per Avançar (UpA) en el Ayuntamiento de Tarragona explica que «decidí cerrar el auditorio porque no había salidas de emergencia, ni tan siquiera estaba preparado para personas con movilidad reducida».
Además, asegura: «Este equipamiento no reúne las características adecuada para estar abierto al público», y añade que «consideramos que era importante hacer una parada y analizar las carencias, en el ámbito de la seguridad, de las estructuras y de los accesos, sobre todo».
Prats afirma que «delante de esta situación, no queríamos asumir la responsabilidad», y añade que «no es justo que el Ayuntamiento exija a los ciudadanos que cumplan la normativa pero él no lo haga».
Por su parte, Begoña Floria, quien relevó en el cargo de concejal de Cultura a Prats, asegura que el actual portavoz de Units per Avançar decidió cerrar el equipamiento sin contar con ningún informe que lo contemplase.