Clàudia Aznar acaba de ser elegida nueva directora del Institut Municipal d’Educació de Tarragona, IMET, después de un concurso público. Durante más de una década ha trabajado como técnica en la institución. Entre sus labores estaba atender a las familias que necesitaban ayuda para matricular a sus hijos en la escuela.
Un año sin director formal. ¿Cómo lo llevaron?
El equipo ha hecho un sobreesfuerzo, lleva años trabajando junto y eso ayuda. La jefa de sección se ha puesto la frente y también ha habido un esfuerzo de coordinación de la Conselleria. Lo hemos hecho lo mejor posible.
¿Los ciudadanos saben a qué se dedica el IMET? ¿Cómo se lo podemos resumir?
En el IMET nos dedicamos a hacer programas, proyectos y ofrecer servicios para generar oportunidades educativas a lo largo de la vida.
Una de sus funciones es el mantenimiento de las escuelas. Tradicionalmente se quejan de que la burocracia va lenta.
EL IMET se encarga del mantenimiento de los centros públicos de infantil y primaria; pero hay que tener en cuenta que el mantenimiento de una casa, de un coche, comporta unos gastos, pero en la medida se hacen más viejos a veces la línea entre el mantenimiento y la inversión estructural, que es lo que depende de la Generalitat, se hace más difusa. Lo que pasa es que tenemos que dar este servicio sí o sí. Las persianas, por ejemplo, pueden parecer un tema menor, pero ahora con la Covid son claves para que esté ventilada un aula.
Pero, ¿se agilizará?
Se ha ido haciendo. El curso pasado se implementó un aplicativo que agiliza mucho el proceso...En mantenimiento se ha gastado lo que estaba previsto y más, unos 300.000 euros en reparaciones, porque es prioridad número uno.
Han encargado una serie de estudios que hablan de una gran segregación escolar. Algunas escuelas se han ‘especializado’ en alumnos inmigrantes y de pocos recursos. ¿Qué se puede hacer para revertirlo?
Lo que nos han dicho ya lo sabíamos, pero era importante tener un diagnóstico externo. Uno de los encargos del Consell Escolar Municipal es revisar la zonificación. El motivo es que con las zonas no se cree más segregación. Otro objetivo es crear un observatorio... Conozco a las direcciones de los centros, sé que son momentos complicados para todos y todos tienen derecho a defender sus intereses, pero nosotros tenemos que defender el interés general de la ciudad, así que tenemos que conseguir consensos. Tenemos que llegar a un pacto por la educación en la ciudad, especialmente en temas de equidad.
Se estudiarán las zonas pues.
Se estudiarán sí o sí, es un compromiso y un encargo de la conselleria.
Uno de los problemas es la matrícula viva; alumnos que llegan con el curso empezado y terminan en las mismas escuelas. ¿Cómo se puede reconducir?
Lo que se puede hacer está marcado por la normativa, pero ya se están haciendo cosas. Al asignar un niño a una escuela ya no solo se tienen en cuenta las vacantes. De todas maneras este año ha habido menos matrícula viva.
En los informes también se vio que las actividades extraescolares son clave en el nivel académico de los alumnos ¿qué se puede hacer?
Es uno de los objetivos del equipo. Hemos pasado años en los que acompañamos y damos apoyo a las escuelas y lo seguiremos haciendo, pero en los próximos años se nos evaluará por la capacidad de crear oportunidades fuera de la escuela. Nos gustaría estudiar la posibilidad de un banco de extraescolares comunes en coordinación con las escuelas, las familias, las entidades. Las familias interesadas en la educación ya ponen en la mochila de sus hijos proyectos artísticos, idiomas, ocio educativo... Y en cambio hay familias que no pueden y por ellas tenemos que mirar.
¿Algún ejemplo?
Tendremos un proyecto piloto que es el pasaporte educativo en la zona de Ponent con la voluntad de ampliarlo. La idea es ofrecer, en coordinación con las escuelas y entidades del barrio, actividades educativas y que al alumnado se le reconozcan simbólicamente con un sello en su pasaporte.
¿Qué aprendió sobre lo que esperan las familias de la educación en estos años ayudándolas a matricularse?
Sí más de 10 años (lo dice señalando el puesto en el que trabajaba junto a la puerta de entrada). Debemos impulsar la participación; no queremos unas familias clientes de la educación sino copropietarias de lo que hacemos. Tarragona tiene familias muy diversas, supongo que como en todos lados y todo es legítimo... La lógica de elección del centro escolar merece un capítulo aparte, desde el que elige un centro y cree que tiene derecho, y el que pide una plaza casi asistencial porque tiene otros problemas más grandes. Hay tanta desigualdad que uno de los retos es hacer que las familias con más capital educativo, más reivindicativas, se impliquen directamente y además ayuden a estirar a las familias que no tienen tantas competencias.