El estilo de vida millennial aleja la compra de viviendas

Esto, unido a la precariedad laboral y la falta de ayudas públicas, son claves para la escasa compra de pisos, según Sergio Nasarre

27 agosto 2020 09:57 | Actualizado a 27 agosto 2020 11:48
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La crisis del coronavirus ha provocado que comprar un piso para los jóvenes sea algo muy inusual y la opción del alquiler sea mucho más acogida, aunque no sea lo más rentable: «La realidad es que el alquiler de un piso es más caro mensualmente que comprarlo, ya que nunca lo terminas de pagar y su precio mensual suele ser superior en comparación con una hipoteca», explica Sergio Nasarre, profesor de la URV y director de la Cátedra Unesco de Vivienda.

Para Nasarre, hay otro motivo clave para entender por qué los jóvenes no tienen en sus planes inmediatos la compra de una vivienda: «La precariedad laboral existe, sobre todo en los jóvenes, y eso hace que sea muy complicado tener un compromiso con la hipoteca, ya que no sabes cómo vas a estar durante los próximos 20 años».

Otro argumento firme para defender la poca capacidad de compra de los jóvenes es el hecho de la falta de apoyos institucionales a nivel económico: «Desde el 2013 solo hay ayudas para el alquiler; en la compra solo existe una y es si te vas a vivir a un pueblo. Dicen que una hipoteca hoy en día no es adecuada, pero depende para quién. La gente aspira a tener cuatro paredes propias».  

El profesor de la URV tiene clarísimo que la crisis del coronavirus va a tener efectos sobre la vivienda, pero no se atreve a afirmar que se vaya a producir una bajada de los precios, ya que la demanda va a seguir existiendo, aunque con un perfil de cliente en el que no entra la juventud: «No se sabe si va a bajar el precio de la vivienda porque siempre hay gente que puede comprar. Van a poder comprar personas muy puntuales, familias reconstituidas que vienen de divorcios, pero sobre todo van a poder comprar fondos internacionales para poder vender con beneficios en un futuro».

Hay hechos que invitan a pensar que los precios puedan sufrir un bajón, sobre todo en un contexto específico: «Hay un fenómeno que se está dando y es que hay mucha gente que se está marchando de las ciudades. Todavía no consta en ciudades medianas como Tarragona o Reus, pero es planteable a corto plazo. La descongestión de las grandes ciudades puede producir que los precios bajen por falta de oferta».

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