Estudio de la URV: las adolescentes de Tarragona fuman más que los chicos y beben igual

Más de 1.300 chicos y chicas de la ciudad, de 15 a 17 años, han participado en esta investigación

20 febrero 2024 13:46 | Actualizado a 21 febrero 2024 10:53
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Las adolescentes de Tarragona fuman más que los chicos, tanto si se trata de consumo probatorio (32% frente al 21% de los chicos), como de los últimos treinta días (18% y 13% respectivamente). En cambio, chicas y chicos presentan cifras similares en el consumo probatorio de alcohol (68%) y del consumo los últimos 30 días (40%). De igual manera, un 23% de los y las adolescentes ha practicado alguna vez el binge drinking (beber el máximo de alcohol en poco tiempo) y un 18% se ha emborrachado en el último mes. Así, no por tener más información se consumen menos sustancias y se tienen menos comportamientos adictivos.

Estas son algunas de las conclusiones de la encuesta Consum de substàncies en adolescents tarragonins i adiccions comportamentals, que ayer se hicieron públicas. El estudio ha sido realizado por el grupo de investigación SBRlab (Social and Business Resarch Lab) de la Universitat Rovira i Virgili fruto de una encuesta a 1.300 chicos y chicas de Tarragona, de 15 a 17 años, con la colaboración del Ayuntamiento, alrededor del consumo de alcohol, de tabaco, de Internet, de videojuegos... y de otros indicadores de las condiciones de vida de los y las adolescentes.

Al respecto, la directora del grupo de investigación SBRlab, Inma Pastor-Gosálbez, señaló que «en el transcurso del estudio, también se han realizado grupos focales, es decir, hemos hablado con los chicos y chicas para que, directamente, nos explicasen sus pautas de consumo». Asimismo, se han entrevistado a expertos y otros agentes implicados en la prevención del consumo de sustancias.

Más en detalle, Inma Pastor-Gosálbez explicó que «hemos constatado que todavía existe una diferencia relevante en el tipo de consumo y las razones del mismo entre chicos y chicas». Concretamente, indicó la investigadora, «las chicas consumen más tabaco y comienzan antes a fumar, mientras que los chicos se decantan por el cánnabis y la cachimba». Asimismo, apuntó, «ellas son más policonsumidoras, es decir, consumen más de dos sustancias a la vez; y también consumen más hipnosedantes, como pastillas para dormir o tranquilizantes, que los chicos; y que tienen al alcance de una manera asequible que no siempre corresponde a una prescripción médica».

‘Paradoja de la información’

Por su parte, durante la presentación de los resultados, el coordinador del proyecto, el investigador Àngel Belzunegui, hizo hincapié en la llamada ‘paradoja de la información’, en tanto que, según sus palabras, «cuando preguntamos a los y las jóvenes cómo de informados están sobre los riesgos de consumo, ellos y ellas tienen la percepción de estar bien o muy bien informados; pero sistemáticamente observamos que tienen prevalencias mayores de consumo». Así, matizó que «en líneas generales cuando la información llega a los adolescentes de las llamadas fuentes no supervisadas, básicamente internet, los amigos y los hermanos, se detecta incluso un consumo más elevado, aunque no estamos hablando necesariamente de consumos de riesgo. De todos modos, el hecho de informarse a través de fuentes supervisadas, es decir, el centro educativo, los padres y los medios de comunicación públicos y de masas, sí que tiene un efecto protector ante los consumos más peligrosos».

$!Un 23% de los y las adolescentes ha practicado alguna vez el binge drinking (beber el máximo de alcohol en poco tiempo) y un 18% se ha emborrachado en el último mes. Foto: Getty Images

Factores de protección

En cuanto a otros factores de protección, Inma Pastor-Gosálbez indicó que «la manera de relacionarse con los padres, es decir, si conocen a sus amistades, si saben dónde están cuando salen de fiesta o si los y las jóvenes explican sus problemas en casa, se asocia a menores consumos o consumos menos problemáticos de sustancias».

En esta misma línea, otras variables asociadas al menor consumo de sustancias son la autoestima y el malestar emocional de los y las adolescentes. «A mayor autoestima, menos malestar emocional y menos consumo problemático; y viceversa, a mayor malestar -nerviosismo, tristeza, ganas de llorar- mayor consumo problemático», aseguró Inma Pastor-Gosálbez, quien rompió una lanza a favor de que «todo aquello que se pueda hacer para gestionar las emociones irá en prevención de un consumo problemático». De igual manera, los y las jóvenes que practican deporte o participan en alguna asociación juvenil «se asocia a un menor consumo».

Factores que parecen que no causan el mismo efecto protector cuando se trata del consumo de alcohol. «A diferencia del tabaco, que está ‘mal visto’, cuando hablamos del alcohol está normalizada la idea de que no hay un consumo peligroso», aseguró Inma Pastor-Gosálbez. De hecho, los datos indican que el 39% de los adolescentes consume alcohol en casa de las amistades y un 26% en la suya. El 38% lo hace en espacios exteriores y un 34% en locales de ocio.

$!Joan Colom y Àngel Belzunegui durante la jornada que se celebró ayer en al Universitat Rovira i Virgili. Foto: Àngel Ullate

Paralelamente, la jornada de presentación de los resultados incluyó diálogos y mesas redondas alrededor de la prevención del consumo de drogas y juegos de azar en adolescentes. En una de ellas, intervino el subdirector general de Adiccions, VIH, ITS i Hepatitis Víriques de l’Agència de Salut Pública de Catalunya, Joan Colom. Él mismo señaló que «con diferencia, el principal problema del país es el consumo excesivo de alcohol, desde todos los puntos de vista, de mortalidad, la morbilidad, el impacto en la salud...».

Asimismo, en cuanto a la relación entre el consumo de sustancias y el bienestar emocional de los adolescentes, Joan Colom aprovechó el turno de palabra para recordar que «debemos tener en cuenta la mochila que todo joven lleva en su espalda y que está llena de factores de riesgo y factores de protección; los iguales intervienen negativamente cuando el contexto de socialización es prácticamente exclusivo y monotemático relacionado con el alcohol; es decir, cuando formas parte de un grupo en el que todo el mundo bebe, es muy difícil no hacerlo, porque se penaliza».

Al mismo tiempo, advirtió que «buena parte de la normalización de estas conductas viene dada por los adultos; los jóvenes imitan nuestras acciones; las personas no aprendemos solo a través de los conocimientos, sino también por imitar e interiorizar ciertos comportamientos, así que los adultos tenemos una gran responsabilidad».

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