«Hay que hacer pedagogía para que se sigan denunciando los abusos»

El arzobispo de Tarragona, Josep Planellas i Barnosell, habla sobre el caso del mosén Fuentes y reconoce que este todavía cobra un sueldo

01 abril 2021 05:40 | Actualizado a 01 abril 2021 05:47
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Joan Planellas i Barnosell (Girona, 1955) asumió el cargo de arzobispo de Tarragona en mayo de 2019, sustituyendo a Jaume Pujol. Apenas se había situado en el nuevo puesto, cuando llegaba por sorpresa la Covid-19. No fue hasta febrero de este año, cuando un segundo tsunami irrumpía en el Arzobispado. La institución denunciaba, tras una investigación preliminar, un episodio de presuntos abusos sexuales por parte de un cura tarraconense. Los hechos se remontan a hace veinte años. 

¿El Arzobispado está investigando actualmente algún otro caso de supuestos abusos?

No, pero, si por mala suerte surgiera otro, actuaríamos de la misma manera. Si alguna cosa tengo clara desde mi llegada es que actuaré con total transparencia y claridad en estos asuntos.

¿Qué fue lo que descubrió durante la investigación de mosén Fuentes, que hizo que presentara los hechos ante Fiscalía?

No relataré el contenido, pero, tanto a mi como a todo el equipo, nos pareció que teníamos que poner en conocimiento lo que sabíamos. Y actuamos con la máxima celeridad posible. En diciembre nos llegaron los primeros indicios y en febrero concluíamos la investigación. El expediente no podía quedarse dormido en cualquier cajón.

¿Quién comunicó a mosén Fuentes la decisión de suspenderle de sus cargos públicos de inmediato?

Me correspondía hacerlo a mi. Él reaccionó acatando mis palabras.

¿Mosén Fuentes sigue cobrando un sueldo de la Iglesia?

Debemos respetar la presunción de inocencia. Yo no lo juzgaré, cosa que me tranquiliza bastante. Ahora es, en primera instancia, el Vaticano quien deberá decidir cómo actuar. Por el momento, las medidas que hay son cautelares y, tal como establece el derecho canónico, se le aparta de sus funciones de manera temporal, no definitiva. La iglesia es muy humana también en este aspecto. A veces hemos visto como, en otros ámbitos, se condena al presunto agresor antes de ser juzgado.

Insisto. ¿Mosén Fuentes sigue cobrando un sueldo?

Sí. Naturalmente sin complementos. Solo el sueldo base, porque así lo establece el derecho canónico.

¿Cree que nadie de la casa tenía constancia de estos hechos?

Si en otras épocas pasadas alguien sabía algo, no lo puedo saber. Pero del equipo actual, nadie conocía estos hechos. De hecho, intentamos buscar documentación y no encontramos nada.

¿Ha reaccionado ya la Fiscalía y el Vaticano?

Ha pasado un mes y medio y por el momento no hay novedad.

¿Qué opina sobre la actitud que tuvo su predecesor, el arzobispo Jaume Pujol, cuando se encontró con un tema parecido, en febrero de 2019? Justificaba los presuntos hechos como «un mal momento» de los curas.

Dijo lo que creía que tenía que decir. A veces tenemos momentos claros y otros más oscuros a nivel de medios de comunicación. Quiero que quede claro que respeto la actuación de mi predecesor.

¿Qué acciones y protocolos tiene previstos para luchar contra esta lacra?

Entre todos debemos hacer pedagogía para que la gente siga denunciando los casos de abuso. Por eso hemos tirado adelante la Oficina de Prevenció i Protecció d’Abusos de l’Arquebisbat. Una psicóloga es la encargada de atender las denuncias. El equipo de la Oficina también está formado por una asistenta social y un abogado.

Usted ha demostrado estar comprometido con esta lucha. ¿La Iglesia también lo está?

Sí. Así se demostró en un congreso sobre este tema que se celebró en el Vaticano, justo en febrero de 2019. Lo que sí es cierto es que ha habido un progreso importante, gracias a la experiencia. Es decir, cuando salieron a la luz los primeros casos, la reacción era de quedarse asombrado, en estado de shock, sin saber del todo bien cómo actuar. La cosa ahora ha cambiado. Estamos más preparados y somos más transparentes.

¿Qué explicación le encuentra a que haya tantos casos?

Creo que el porcentaje de abusos en el ámbito de la Iglesia es muy bajo respecto a otros ámbitos. Lo que pasa es que, siguiendo las palabras que escribió Lluís Foix en La Vanguardia hace ya unos años, los casos en nuestro entorno son más estridentes porque la Iglesia predica una moral. Y, por lo tanto, duele más que si ocurre en un club deportivo, por ejemplo. Lo que tengo claro es que es importante luchar entre todos, no solo la Iglesia, para acabar con esto.

Relajemos el ambiente. Hace casi dos años que es arzobispo y no ha podido disfrutar de la Setmana Santa tarraconense en todo su esplendor. 

Es un drama –bromea–. Voy a contar una anécdota. Me enteré de que sería arzobispo de Tarragona el Lunes Santo del año 2019. Vi que TV Costa Brava televisaba la procesión del Viernes Santo del Sant Enterrament y decidí mirarla para saber lo que me encontraría en los años siguientes y como debería actuar. Por cierto, me encantaron los comentarios de Carles Baches y Andreu Muñoz durante la retransmisión. Desde la distancia, desde L’Empordà, viví esa procesión.

¿Cuál es el papel que debe asumir la Iglesia en la recuperación económica tras la pandemia?

La Iglesia tiene tres vertientes: la enseñanza del evangelio, la celebración de la fe y la caritativa. Esta última es la que hemos intentado implementar a través de Càritas y de otras entidades eclesiales. Además, en mayo del año pasado, creamos una comisión diocesana para hacer frente a los efectos de la pandemia, también los económicos. Proponemos un plan de choque caritativo, que consiste en trabajar en red con las administraciones, a través de una mesa de diálogo, y fomentar el voluntariado.

Hablando de mesas de diálogo y cambiando de tema. ¿Qué opina de la situación política que atraviesa Catalunya? 

Tenemos un problema grave. La sociedad se ha ido polarizando, lo que impide un diálogo entre los dos bandos. Debemos bajar el tono, unos y otros. La Iglesia, desde su humilde posición, se ofrece para contribuir en la cura de estas heridas y establecer puentes de diálogo. Es el momento de escucharnos y dejar los reproches a un lado.

¿Qué le parece la irrupción de la extrema derecha al Parlament?

Es el fruto de la falta de diálogo y el resultado de la polarización. Lo que menos me gusta de la extrema derecha es que instrumentalice el cristianismo en algunos momentos. Recuerden que los extremos se acaban tocando.

¿Usted es un arzobispo feminista?

Creo que debemos incidir en el papel de la mujer de una manera más fehaciente en muchos ámbitos, también en el eclesial. Es necesaria más representación femenina y más paridad en las instituciones. Es un trabajo de hormiguita, del día a día, que vamos haciendo. Por eso me hace especial ilusión explicar que en el organigrama de nuestro Arzobispado hay mujeres al frente de algunas delegaciones.

El gobierno de Pedro Sánchez ha defendido en más de una ocasión que la Iglesia debería pagar el IBI y otros impuestos. ¿Qué opina sobre el posicionamiento del presidente?

¿Una fundación como la del Barça debe pagar el IBI? Esta es la pregunta. Las fundaciones destinadas a un uso social no deben pagar este impuesto. Ahora bien, aquellas que tienen ánimo de lucro y otras finalidades, sí. Es un tema que debe matizarse y especificarse siempre. Más preguntas: ¿Aquellas iglesias que cuentan con teatros o salas parroquiales y que tienen un uso social, deben pagarlo? Si la respuesta a todas las preguntas es que sí, deberíamos cambiar la estructura de las fundaciones.

Objetivo: abrir la capilla de Santa Tecla la Vella

El arzobispo Planellas cuenta cómo vivió la llegada a la ciudad y de qué manera aprovechó el tiempo durante los meses de confinamiento estricto. Además, habla del estado del patrimonio de la Iglesia en Tarragona y de sus intenciones a corto plazo.
Casi dos años de su llegada.

¿Cómo valora este inicio?

Ha sido un tiempo de lo más complejo. Cuando llevaba ocho meses en el cargo, llegó la pandemia. Y eso marca y condiciona, sin ninguna duda. El 1 de marzo de 2020, publicaba una carta pastoral programática con los objetivos de la diocesis. Apenas tuve tiempo de explicarla. No obstante, opino que de todo debemos sacar una parte positiva. En este caso, yo aproveché los dos meses de confinamiento para estructurar el nuevo organigrama diocesano, es decir, los colaboradores directos.

¿Qué es lo que más le ha sorprendido de esta ciudad?

El potencial que tiene Tarragona. No eres consciente hasta que no vives aquí. Cuando estoy cansado, bajo a dar una vuelta por la calle Major, por el Fòrum y por Pilats. Es entonces cuando dices: ¡Madre mía, qué ciudad!. Estamos pisando una ciudad con una historia brutal. Es la misma sensación que tuve cuando me fui a vivir a Roma. La experiencia es la misma.

Su llegada estuvo envuelta por la polémica de que el Seguici Popular no quiso darle la bienvenida. ¿Ahora, con cierta perspectiva, cómo lo vivió?

Recuerdo mi llegada a la ciudad con mucha ilusión. Me hicieron un buen recibimiento y lo del Seguici fue tan solo una anécdota. No me afectó en absoluto. 

¿En qué estado se encuentra el patrimonio religioso de la ciudad?

Tenemos un patrimonio único y muy grande. Por eso es necesaria la colaboración de las entidades civiles y oficiales para poder conservarlo. Deben implicarse las administraciones, desde la Generalitat hasta los ayuntamientos.

La gran obra de Pujol fue el Seminari. ¿Tiene algún proyecto pensado para su etapa?

Obras materiales específicas no. Yo creo que es el momento de trabajar para las piedras vivas, es decir, para las personas. Dar el impulso que necesitan en esta situación que estamos viviendo. De todas maneras, es evidente que es necesario restaurar algunas cosas.

¿Cómo por ejemplo?

Nos gustaría habilitar la capilla Santa Tecla la Vella, ubicada en el jardín del antiguo foso de la Catedral. Ahora que se cumplen 700 años de la entrada del Braç de Santa Tecla, sería un buen momento para abrir la capilla. No se trata de una obra faraónica, pero sí de proyección cultural para la ciudad. Me gustaría que esta capilla fuera un símbolo, teniendo en cuenta lo que significa Santa Tecla para la ciudad. Para ello, será necesaria la implicación de todas las administraciones, incluido el Arzobispado.
 

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