La Part Alta de Tarragona gana una librería y pierde a uno de sus históricos

El barrio ha visto como en los últimos años el comercio de toda la vida prácticamente se ha perdido, mientras han proliferado las tiendas de souvenirs y bares

09 septiembre 2023 09:37 | Actualizado a 09 septiembre 2023 20:00
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La Part Alta está de enhorabuena. Esta semana abría en la Baixada de la Misericòrdia la librería ‘La Quimera’, regentada por Enric Benaiges y Albert Belasco, que hasta hace poco se ocupaban del Espai Nautilus, en la calle Reding.

El establecimiento bien merece una visita, ya que cuando uno se adentra en su interior de repente queda maravillado por el olor a papel que impregna las piedras y llena una de las antiguas bóvedas del Circ Romà, ahora repleta de libros. «Últimamente todo son locales que se dedican al turismo o son bares, por lo que, o lo paramos o la gente del barrio se irá, y hemos venido a pararlo», dice Benaiges.

Vecino de la Plaça de la Font, este ha visto en primera persona como los comercios de toda la vida que daban un servicio al barrio poco a poco han ido cerrando sus puertas. «Antes podías comprar de todo, ahora tan solo queda una pescadería», dice. Así es que han decidido tomar cartas en el asunto, poniendo su granito de arena para evitar que el núcleo histórico se convierta en un parque de atracciones para los turistas. «El propio nombre ya lo dice. ‘La Quimera’ sale de que vas contracorriente, porque cuando decíamos que íbamos a abrir una librería en la Part Alta mucha gente nos decía ‘no funcionará’, pero lo haremos posible», afirma Benaiges.

Todavía no han tenido tiempo de hacer la inauguración, pero la novedad ha tenido una muy buena aceptación. En los estantes pueden encontrarse todo tipo de publicaciones de segunda mano, con una importante colección de libros antiguos y publicaciones relacionadas con la historia de Tarragona.

Más adelante también está previsto que este entorno inmejorable –que hasta el año pasado había albergado la tienda de antigüedades Castellarnau y anteriormente la relojería Rigau– acoja también presentaciones y todo tipo de actividades culturales de pequeño formato.

Casi 50 años

El núcleo histórico gana una librería, pero también está a punto de perder uno de los últimos anticuarios que todavía permanecen abiertos. Se trata de Antiguitats Poblet, en la calle Major, que esta semana iniciaba la cuenta atrás para su cierre definitivo, después de 48 años de trayectoria.

$!Pere Vergés está a punto de cerrar definitivamente su tienda de antigüedades. FOTO: N.R.

El negocio lo inició Pere Vergés Fortuny, en el año 75, en la Baixada de la Pescateria. Tres años más tarde se trasladaba a este eje principal, a escasos metros de la Catedral, en un local junto al antiguo colmado que regentaban sus tíos. «De pequeño prácticamente me crié aquí», dice Vergés, mientras señala el antiguo espacio, que ahora está lleno de todo tipo de antigüedades.

Principalmente se ha dedicado a la compraventa de objetos de vitrina y decoración, además de mobiliario de los siglos XVIII y XIX. Una actividad que le ha llevado durante muchos años a viajar y a participar en las ferias más importantes del sector, como las de Madrid, Bilbao y Sevilla.

Fue a través de estas que Vergés Fortuny empezó a conocer y a relacionarse con algunas personalidades sociales y políticas más importantes de todo el Estado. Entre estas, había quien fue alcalde de Madrid entre 1979 y 1986, Enrique Tierno Galván, Sara Montiel, Carmen Thissen e incluso la Duquesa de Alba. Sobre esta última asegura que fue una «gran clienta» con la que establecieron una estrecha relación comercial desde el año 1982, y prueba de ello es la correspondencia que todavía conserva.

Antiguitats Poblet es el penúltimo de los diecisiete establecimientos de antigüedades, que entre la década de los ochenta y los noventa, había en la Part Alta. A partir del próximo mes de diciembre tan solo quedará la tienda Capri, ubicada a escasos metros en la misma calle. «Me duele dejarlo, pero en enero hice los 79 años y ya era hora», afirma. No había relevo generacional, por lo que este comerciante tomaba la difícil decisión, y ahora está ofreciendo descuentos de hasta el 40% para deshacerse del stock que todavía le queda, antes de bajar definitivamente la persiana.

¿Y después qué? «Es la gran pregunta, ya veremos qué pasa con el local, pero el comercio tradicional lo veo muy mal. Ahora todo son tiendas para los turistas y esto es una pena», concluye. Los negocios de toda la vida han ido languideciendo y la calle Major es el mejor ejemplo de esta transformación que está experimentando en barrio en los últimos tiempos.

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