Las tortugas del Miracle se preparan para ser liberadas

La Fundació per a la Conservació i Recuperació d’Animals Marins (CRAM) se hace cargo de la preparación para la supervivencia de dieciocho animales

22 agosto 2022 20:17 | Actualizado a 23 agosto 2022 13:00
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A principios del próximo mes de septiembre serán liberadas en la playa del Miracle dieciocho tortugas bobas de las que nacieron en este mismo espacio el verano del año pasado. Son algunos de los ejemplares más vulnerables que se detectaron en aquellos momentos y, al temerse por su supervivencia, se los llevó la Fundació per a la Conservació i Recuperació d’Animals Marins (CRAM) en su centro de El Prat de Llobregat. Allí se han encargado de su alimentación y entrenamiento para que pudieran desarrollarse y crecer, aumentando las probabilidades de retorno a esta misma playa una vez sean adultas.

Se estima que, de forma natural, tan solo una de cada mil tortugas sobrevive al primera año natural de vida. Por este motivo, cada vez que eclosiona un nido el CRAM se lleva aquellos animales que se determina que son más débiles y con escasas posibilidades de seguir adelante. «Cuando nacen, al tener estas dimensiones tan pequeñas son perfectas para cualquier animal que esté en el medio marino, ya sean gaviotas, peces o incluso los cangrejos o perros de la playa», indica Sílvia Giralt, oceanógrafa del CRAM. Por sus dimensiones son presea fácil para todo tipo de depredadores, ya que en estos primeros meses el caparazón y las extremidades son blandas, lo que las hace muy vulnerables.

Superado el primer año, la tasa de mortalidad todavía sigue siendo muy elevada y se estima que sobrevive un 10% de los ejemplares. Es a partir del segundo año cuando estas probabilidades se disparan hasta el 80%. «Ya no tienen la parte de la depredación natural porque el único animal que se alimenta de tortugas es el tiburón tigre, que en el Mediterráneo no lo tenemos», afirma Giralt. Además, el sistema inmunológico ya está preparado, lo que las hace muy resistentes.

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Por todos estos motivos, el entrenamiento previo que reciben en las instalaciones del CRAM es clave para que estos animales estén preparados para sobrevivir cuando dentro de unos días tengan que buscarse la vida por sí mismos en las profundidades. De hecho, las tortugas que hay hoy en el centro nada tienen que ver con las que nacieron el 29 de agosto del año pasado. Estas han pasado de los 15 gramos de peso que hacen de media cuando salen del nido a los 2,5 kilos, lo que se explica después de un proceso de alimentación que empezó con papillas que comían de forma individualizada y que poco a poco a ido evolucionando, acorde con lo que van a encontrarse.

Ahora ya comen trozos de pescado de un tamaño más grande que su boca, para que empiecen a desgarrar y utilizar las aletas. «También hacemos que tengan que competir entre ellas para que entiendan que no es una cosa tan fácil como era en los primeros meses de vida», explica Giralt. En esta etapa final, la comida se ha naturalizado y ya se les ha empezado a introducir peces de tamaño entero para aprender a cazar, además de medusas.

Corrientes fuertes y tormentas

En las instalaciones del centro, las tortugas han seguido un programa de enriquecimiento para habituarse a las condiciones naturales en las que deberán moverse. Así, las instalaciones cuentan con unos tanques que reproducen el ambiente marítimo y que permite que los animales se entrenen para condiciones extremas, como son las corrientes fuertes o el oleaje extremo en caso de tormenta. Esta parte permite que poco a poco vayan musculándose, mientras los técnicos del CRAM comprueban si mantienen los instintos naturales vivos. De lo contrario, si se determina que no tienen un «comportamiento adecuado» para sobrevivir en un estado natural, no se procederá a su liberación.

Todo este proceso no tan solo es importante para el futuro de estos ejemplares, sino que también sirve para conocer más sobre estas tortugas, que en los últimos años han encontrado en la costa tarraconense un espacio en el que se sienten a gusto para la nidificación. Durante la temporada pasada se asumió un récord histórico de registro de nidos, con un total de cinco entre el de Tarragona, Calafell, dos en el Delta de l’Ebre y Arenys de Mar, por lo que es fundamental poder conocer más sobre el comportamiento de esta especie y sus orígenes.

Habrá que esperar un mínimo de 15 años para ver si vuelven a poner sus huevos en el Miracle

De hecho, en las instalaciones del CRAM tan solo están cinco de los dieciocho ejemplares que van a liberarse. El resto fueron distribuidos entre la Fundación Oceanográfica de Valencia, el Laboratorio de Investigaciones Marinas y Acuicultura (LIMIA) de Baleares y el Palma Aquarium. Estos cuatro centros colaboran en el proyecto Head-Starting, el cual hace un seguimiento minucioso de estos primeros meses de vida y se mantienen un total de 85 animales en cautividad para favorecer su crecimiento y aumentar la supervivencia. El programa también consiste en hacer un estudio genético para poder ver si son tortugas de poblaciones del Mediterráneo o si podrían proceder del Atlántico.

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¿Y después qué?

Una vez liberados, los animales se irán con un chip en el cuello de forma que podrá conocerse si aparecen en otro centro en un futuro. Asimismo, en algunos casos se les instala un emisor que permite conocer durante algunos meses las rutas una vez liberados y si sobreviven. El proyecto hace poco que se inició y, por tanto, de momento no hay datos suficientes para conocer qué pasa a posteriori con estos ejemplares que han vivido inicialmente en cautividad. «Sí que estamos viendo que en el 70% de los casos estos sobreviven, lo que es un gran paso en cuanto a la preservación de estos animales», apunta esta oceanógrafa.

Habitualmente los ejemplares de tortugas bobas del Mediterráneo se mueven por las diferentes zonas de alimentación que quedan en el interior de este mar.

Las tortugas son animales con filopatría, lo que significa que las hembras vuelven a poner los huevos en la misma playa en la que años antes lo hicieron su madre y, por tanto, donde ellas nacieron. «A los quince años ya son maduras sexualmente, por lo que todavía quedan algunos años, pero tenemos esperanzas en ello, lo que permitiría cerrar el círculo», afirma Giralt. Pese a ello, los expertos han comprobado como este ‘mecanismo’ ha cambiado en los últimos tiempos. «Son hembras que han nidificado en nuestras playas y no nacieron aquí, porque en las zonas que ellas nacieron se están encontrando el agua demasiado caliente y piensan que los huevos no seguirán adelante, por lo que están buscando zonas nuevas en latitudes más altas», explica esta oceanógrafa. Con todo, se estima que la vida de estos animales se sitúa entre los setenta y los noventa años.

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Hasta octubre

De momento, este año la tortuga boba no ha hecho acto de presencia en Tarragona, aunque el periodo de nidificación se alarga hasta el mes de octubre. A mediados de mayo, el Ayuntamiento presentaba el inicio de la campaña de fauna marina con información para saber distinguir si aparecían huellas y a quién hay que avisar. La concejal de Medi Ambient, Eva Miguel, apunta que «la llegada de tortugas siempre es una oportunidad para llevar a cabo un trabajo de sensibilización sobre el mar y los animales que lo habiten».

La tortuga del Miracle llegó el 10 de julio, puso 99 huevos de los cuales nacieron 71 ejemplares. Durante las semanas en los que estos estuvieron enterrados en esta playa se movilizaron más de 150 personas ayudando en la vigilancia las 24 horas. Al respecto, Miguel reclamaba «más apoyo en la gestión de la custodia de los nidos por parte de la Generalitat, ya que requiere un gran esfuerzo por parte de la administración local».

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