Después de 16 años, la afición grana se volvía a congregar en la Plaça de la Font para seguir un partido decisivo del Nàstic. Había la oportunidad de forjar un nuevo día histórico, pero Jackson lo borró con un par de goles.
Pese el resultado final, los hinchas se volcaron para crear una noche inolvidable. Horas antes del partido, la plaza y los aledaños se llenaron de camisetas y bufandas del Nàstic. El Cós del Bou se convirtió en una grada de animación improvisada, que después iniciaría una marcha hacia la plaza con la pancarta que rezaba «Som-hi Nàstic».
Junto a ellos, la plaza se llenó de aficionados hasta la bandera. Sobre todo con gente joven, aunque algunos se empeñan en asegurar que ya no les interesa el fútbol.
En palabras de Juanfran Moreno: “Es el adiós a un sueño que se ha roto en pedazos a un paso de conseguirlo”. Duele por eso y porque este club y esta afición no merece no estar en el fútbol profesional. Pero la vida es así y el fútbol también.
(Texto: Adrià Miró, Juanfran Moreno)