Flyboard, el deporte del verano

Esta nueva actividad acuática está disponible en Salou, entre otras localidades costeras, para cualquier tipo de público mayor de edad y permite volar y flotar hasta a cuatro metros de altura por encima del mar

19 mayo 2017 18:40 | Actualizado a 21 mayo 2017 17:07
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Volar como un superhéroe sobre el agua ya es posible gracias al nuevo deporte estrella del verano, el Flyboard. Para poder disfrutar de esta nueva actividad no hace falta irse muy lejos; en Salou ofrecen muchísima variedad de deportes acuáticos, y el Flyboard está entre ellos. Y, si no, en L’Hospitalet de l’Infant y L’Ametlla de Mar también está disponible poder practicar este deporte.

Para los que aún no han oído hablar de esta nueva modalidad, esta actividad fue creada en el año 2011 por Franky Zapata, un famoso corredor de motos acuáticas francés que ha ganado varios títulos a nivel mundial. Pese a ser inventado en ese año, no se presentó hasta el 2012 en el Campeonato del Mundo de Jetski en China. En verano de ese mismo año, el Flyboard ya estuvo disponible en España, concretamente en las playas de Marbella.

El Flyboard consiste en una pequeña plataforma parecida a una tabla de snowboard dispuesta de dos botas, ajustables a cualquier tamaño de pie, con dos codos y dos pequeños flotadores a cada lado de la tabla. Y, justo por debajo de las botas y en medio de la plataforma, encontramos un agujero de aproximadamente veinte centímetros de diámetro. Conectada a esta obertura en la plataforma va una manguera que, a su vez, va conectada a una moto de agua, el segundo elemento imprescindible si queremos caminar y volar por encima del mar. El funcionamiento de una moto de agua es muy sencillo de imaginar: la moto absorbe el agua por la parte delantera y una turbina la expulsa por la parte trasera a una gran presión. La manguera del Flyboard, por lo tanto, conecta directamente con la parte trasera de la moto de agua, por la cual sale agua a gran velocidad. Este agua a presión recorre toda la manguera y finalmente llega a la tabla, en la que el agua es dividida en dos y expulsada por cada uno de los codos dispuestos a cada lado de la plataforma. De esta manera, gracias a la presión del agua expulsada por la moto, la plataforma se eleva por encima del agua y, literalmente, seremos capaces de volar.

Aunque para los visitantes interesados solo se pueden elevar hasta cuatro metros de altura, la manguera llega a medir veintisiete metros en algunos casos. Aquellos deportistas profesionales que cursan esta actividad sí pueden llegar a la altura máxima, llegando a hacer increíbles piruetas en el aire.

¿Quién lo practica?

Según los monitores que nos acompañan, Thiago y Merche, la mayoría del público que lo practica en Salou son jóvenes franceses de entre dieciocho y treinta años. Pese a esto, Thiago nos cuenta que también es un deporte muy demandado entre gente más mayor.

En general, cualquier persona mayor de dieciocho años puede practicar este deporte. Los menores de edad pueden probarlo, siempre con la compañía del monitor, si alcanzan los dieciséis años y presentan una autorización de sus padres.

Por supuesto, hay excepciones: mujeres embarazadas, personas con patologías o lesiones en diversas partes del cuerpo y gente bajo la influencia de las drogas o el alcohol. Exceptuando estos casos, cualquiera que quiera un poco de emoción y riesgo puede probar este nuevo deporte estrella.

Es importante dejar claro que, para empezar, tener una buena condición física no afecta, al contrario que en otros deportes. Pero, sobre todo, es indispensable estar tranquilo y relajado para poder volar. Realmente no hay que hacer fuerza alguna para poder elevarse por encima del agua, pero sí que es esencial poder mantener el equilibrio.

Posición Superman

A lo largo de nuestra aventura nos acompañan nuestros dos monitores, Thiago y Merche. Nos transportamos en una lancha hasta llegar al lado de una moto acuática. Allí reina la paz, un gran contraste al girar la vista y ver la costa repleta de gente bañándose en sus aguas. Pero allí no se escucha sonido alguno, tan solo el oleaje y, poco tiempo después, el rugido de la moto de agua. Equipada con un traje salvavidas, Merche se encarga de enseñarnos cómo funciona el Flyboard, cómo colocarnos y cómo ponernos las botas. Lo primero es la llamada posición Superman: estirarnos en posición horizontal en el agua, boca abajo y con la cabeza mirando al frente.

El siguiente paso es flexionar poco a poco las rodillas, hundiendo las botas bajo el agua y quedando completamente recto bajo el mar. En ese momento, Thiago da gas a la moto y Merche se va elevando, al principio poco a poco y después de manera más rápida, en función del gas que le da Thiago. También él nos enseña lo que es el Flyboard, pero esta vez de una manera impresionante. Thiago, profesional de este deporte, nos muestra algunas de sus mejores piruetas encima del agua, elevándose al máximo y sin siquiera rozar el agua una sola vez.

Tras unos minutos de demostración y de ver a los monitores volando por encima del mar aún sin creerlo, es nuestro turno. Lo que parecía tan fácil en Merche y Thiago no lo es tanto cuando llega nuestra hora. Las botas pesan y Thiago debe ayudar a lanzarlas al mar, después vamos nosotros. Primera posición, Superman. Notamos la poca presión del agua bajo nuestros pies. Segundo paso, ponernos rectos. Ahora solo queda mantener el equilibrio y flotar. Avanzamos, subimos a la superficie… Y caemos. Lo normal la primera vez que se sube, pero no debemos impacientarnos, poco a poco, relajados, manteniendo bien el equilibrio y, sobre todo, sin flexionar las rodillas, conseguimos mantenernos en pie, volando por encima del agua, aunque sean unos pocos segundos.

La mayoría de los que prueban este nuevo deporte pueden volar un par de minutos tras poco rato de práctica. Pese a esto, siempre hay alguien a quien le cuesta un poco más, sobre todo debido al miedo a caerse o al vértigo. Por eso, lo importante es estar tranquilos y relajados en cuanto notemos que el Flyboard nos eleva por encima del mar.

Y aunque cueste mantener el equilibrio, merece la pena sentir que volamos por encima del agua aunque sean solo unos segundos mientras oímos el rugir de las olas y el motor y el sol y el viento nos rozan la cara.

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