Es el cónsul de Marruecos en Tarragona, Lleida y Aragón, desde hace poco más de un año, una circunscripción que reúne a unos 140.000 personas –46.000 en Tarragona–. Hablamos con él sobre la situación de los expatriados en nuestra tierra.
- Un año en Tarragona... ¿cómo te has sentido?
- Muy bien. Cuando era cónsul de Valencia no la conocía, pero la verdad es que se vive muy bien. Tiene toda la infraestructura para vivir bien y no tiene el estrés de la gran ciudad. Aún sigo descubriéndola.
- ¿Es un buen lugar para los marroquíes que viven?
- Sí. En particular, una parte importante de la comunidad marroquí de Catalunya está plenamente integrada y tiene una importante presencia sociocultural. Es algo que ha conseguido con esfuerzo, y eso a veces se olvida.
- ¿Qué ofrece Tarragona a los que vienen?
- La oportunidad de sentirse bien aquí. Venir es una opción, y no solo por razones económicas. Muchas veces es por motivos personales que no se cuantifican con dinero.
Marruecos busca que sus expatriados participen más en la actividad del país- Vosotros les ayudáis una vez se encuentran aquí.
- Concretamente, desde que nacen hasta que mueren. Gestionamos todos sus trámites, prestaciones, y la defensa de sus derechos y deberes. Pero vamos más allá. Fomentamos la cultura y elaboramos programas que permiten una integración positiva, no una asimilación.
- Sobre todo para los jóvenes.
- Sí, entre otros, participamos en proyectos contra el fracaso escolar. Alentamos a los jóvenes marroquíes a llegar a estudios superiores, y cada vez son más los que lo logran. Es un colectivo importante, muy dinámico, y que contribuye en la integración de los suyos.
- ¿Qué significa para Marruecos sus expatriados?
- Son un elemento muy importante. Recientemente, se busca que puedan participar de forma más activa en la actividad del país, pues son 4 millones. De hecho, algunos han regresado para invertir lo que han aprendido fuera en Marruecos, creando empresas o trabajando para grandes compañías.
- ¿De dónde procede esta apuesta?
- Viene con todos los cambios que trae el rey Mohamed VI desde hace 18 años a nuestro país. Una reconstrucción del sistema en el que la persona es la clave del desarrollo, con el fin de crecer con todo.
