Se acabó lo bueno, vuelve el curro

El síndrome postvacacional es una depresión con la que lidian muchos empleados en el momento de regresar al trabajo

03 septiembre 2017 13:32 | Actualizado a 08 noviembre 2017 13:06
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Llega la hora de volver a la espantosa rutina, a la monotonía del trabajo, a todo lo que dejamos a un lado durante nuestras vacaciones de verano. Es el momento de recuperar nuestra antigua vida, vuelta a los horarios y a los madrugones, ya sea para ir al trabajo o bien para estudiar. El verano se ha hecho corto y sin darnos cuenta ya es septiembre.

Lo más difícil de todo es cómo vamos hacerlo para reincorporarnos, sin que se haga tan dura la cuesta de septiembre. Preguntamos a varias personas, como llevan la vuelta a la rutina. Jorge comenta que «no muy bien, se acaban las vacaciones. Eso no es bueno para nadie. Vuelta al estrés, a la fatiga y a las noches de no descanso». Como él , muchos españoles sufren lo que se conoce como el síndrome postvacacional. Se calcula que 1 de cada 3 personas pasará por esta fase a la hora de regresar al trabajo. 
Según diferentes estudios estos casos de depresión, que afectan a muchos de los trabajadores en plantilla, se deben especialmente al hecho de que el grueso de descanso anual se concentra, en la mayoría de casos, durante los meses de verano.  
Los españoles que son los más afectados por esta ‘enfermedad’, si es que se puede catalogar así, sienten que se les hace cuesta arriba la vuelta al curro. 

El entorno laboral, sin duda es uno de los factores a tener presente. De la siguiente manera lo expresa María: «A veces es complicado. No te puedes llevar bien con todo el mundo, aunque intentas mantenerte al margen y evitar los follones, que es complicado, no te lo voy a negar, muchas veces acabas cargadísima de la cabeza. No se nos paga para estar mal, y cada dos por tres tenemos malos rollos, imagínate pues la ganas que tengo yo de volver». 

Los españoles son los más afectados por el síndrome postvacacional

El problema empieza cuando le dan vueltas a la tan temida vuelta al trabajo, es entonces cuando algunos empiezan a sentirse fatigados, pierden la energía y el entusiasmo que durante todo el verano les había acompañado. Incluso a otros les dan dolores de cabeza, sufren ansiedad o malestar en general, y todo ello acaba repercutiendo en su salud. ¿ Y qué podemos hacer para que no se convierta en un ‘infierno’ el retorno al curro? 
El auténtico mérito radica en hacer que la transición entre las vacaciones y el trabajo sea lo más leve y llevadera posible. Los expertos proponen anticiparse a lo inevitable, por lo que aconsejan que días antes de volver a la monotonía los empleados retomen el horario de sueño habitual, acostarse temprano para levantarse antes, de manera que podrán ir  adaptándose a su nuevo reto, volver al trabajo. Esta rutina, que no da pie a los cambios repentinos y bruscos, acabará agradeciéndola  nuestro cuerpo también.
Los más cautos, que no quieran llevarse ‘el disgusto’  de golpe, pueden dividir sus vacaciones. Pedir un par de días sueltos, desde el fin de semana hasta por ejemplo el miércoles de la semana siguiente, y de esa manera evitar gastar todos sus días libres en el periodo estival. Lo mejor es repartir los días de vacaciones durante todo el año, y no concentrarlos todos en uno o dos meses, así será mucho más llevadero el retorno a la oficina.

Dividir las vacaciones permite hacer más llevadera la vuelta

También se aconseja a los trabajadores que cuando vuelvan de vacaciones lo hagan días antes para que tener tiempo de recuperar la actividad diaria.  
Todos estos consejos no valen para nada si la actitud de quien  sufre este síndrome es nefasta. Mientras no sean capaces de mantener una perspectiva positiva y su mente abierta será difícil superarlo. Pensar en el trabajo como una carga es lo que conduce y acaba agudizando los efectos de la depresión postvacacional sobre algunos trabajadores. 

Cuando se habla de síndrome postvacacional no es que haya estipulado un perfil de personas que sean más o menos susceptibles a la depresión, aunque si se puede  decretar aquellas que es más probable que lo padezcan. Por ejemplo, los individuos que les cuesta afrontar los cambios y necesitan tiempo para ir adaptándose, son aquellos que lo tienen más difícil a la hora de volver a la normalidad. Álvaro concreta al respecto que «ya me costó adaptarme a los horarios que me hice para el verano como para ahora tener que recuperar los rutinarios, será un desastre».   

Por su parte, Lorena asegura que «cuando es verano descuido completamente los horarios y puede que me pase la noche de fiesta y no vuelva a casa hasta las 6 o 7 de la mañana y luego duerma hasta la 13.00, y claro ahora que toca volver a la rutina me va costar bastante creo yo, después de estas largas vacaciones».
Bastan tan solo tres semanas, 21 días, para que un hábito llegué a implementarse. Las personas que invierten ese tiempo, e  incluso más, son otro de los perfiles que pueden ‘caer’ la depresión postvacacional. Lo mejor que podemos hacer es tomarnos esta situación con humor. 

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