Un Cannes sin selfies ni primicias para la prensa

La 71 edición del festival francés arranca marcada por los cambios organizativos

09 mayo 2018 16:19 | Actualizado a 09 mayo 2018 16:26
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Hace cincuenta años, Jean-Luc Godard y otros cineastas interrumpían el Festival de Cannes, impulsados por las revueltas estudiantiles de París.

Han pasado cincuenta años de aquel mayo de 1968, y la figura de Godard es una presencia fantasmagórica que se evoca constantemente.

No en vano, la edición de este año de Cannes tiene como imagen un fotograma de Pierrot el loco de Godard, y la sección oficial incluye Le livre d'image, su última película.

Sin embargo, por más que se pretenda invocar la figura del gran dinosaurio del cine francés y que se festeje que ha pasado medio siglo desde aquel mayo del 68, resulta evidente que los tiempos han cambiado para el Festival.

Cannes parece querer ponerse al día.

Entre los comunicados oficiales, se incluye una nota que prohíbe los selfies en la alfombra roja. Y, entre las novedades, hay serios cambios en los horarios: no habrá proyecciones previas para la prensa.

Esta medida pretende evitar casos como los de The Last Face, la película de Sean Penn que hace dos años fue duramente criticada tras la sesión de prensa.

Con los nuevos horarios, Cannes se asegura que no haya ningún tuit negativo hasta que haya terminado la gala. Es decir, en la era de la inmediatez, se amarra a la crítica gestionando los tiempos de publicación.

Los nuevos tempos no harán que Todos lo saben, el filme que ha inaugurado el festival, sea mejor de lo que es.

La primera película española del oscarizado Asghar Farhadi se presenta como síntoma de agotamiento de un autor que alcanzó su cima con Una separación.

Aquella película arrancaba con la acusación de una mujer a su vecino, de haberle tirado por las escaleras. El hecho no era más que una excusa para ahondar en la fragilidad de las relaciones humanas. Entonces, la fórmula Farhadi era infalible: la intriga corría bajo la superficie, y el drama crecía con el brío de la cámara al hombro. El tiempo, sin embargo, ha hecho del cineasta iraní un director de lo explícito.

Todos lo saben, comienza como el retrato costumbrista de un pueblo español, pero pronto deriva hacia un misterio a lo Agatha Christe, cuando, en plena celebración de una boda, una adolescente desaparece de una habitación cerrada.

A diferencia de A propósito de Elly, otra película de Farhadi que arrancaba con una evanescencia, el hecho no se diluye, sino que se agranda hasta convertir el thriller en drama; y el drama, en culebrón.

Farhadi tiñe su película de los tonos cálidos de la luz ibérica; se rodea de actores como Penélope Cruz, Javier Bardem, Bárbara Lennie y el argentino Ricardo Darín; y pretende emular el matiz subido de Almodóvar.

La podredumbre moral de una familia que anhela recuperar la prosperidad perdida se dibuja mediante un trazo grueso. Ante la exuberancia emocional que propone Farhadi, la mejor respuesta es la de Bárbara Lennie, una actriz que aborda el drama desde la naturalidad.

En la actualidad –hoy lo podremos comprobar en Petra, de Jaime Rosales–, Lennie es la actriz más interesante del cine español.

El abanico de personajes de Todos lo saben es excesivamente amplio.

En Wildlife, la película inaugural de la Semana de la Crítica y el debut como director del actor Paul Dano, la nómina de protagonistas es más ligera. Dano se basa en una novela de Richard Ford para relatar la fragilidad del núcleo familiar: en una Montana inhóspita y precaria, el padre (Jake Gyllenhaal) ha perdido su empleo, la madre (Carey Mulligan) se enreda en los brazos de un hombre rico, y el hijo (un brillante Ed Oxenbould) lo observa todo.

En la preponderancia del punto de vista del adolescente, Wildlife encuentra el tono, calmo en su retrato del desgarro y de la crisis familiar.

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