´Un doctor en la campiña´, el reflejo de la realidad solitaria de la sanidad rural

Thomas Lilti dirige esta mirada cercana, muy humana y cargada de reflexión

19 mayo 2017 19:12 | Actualizado a 21 mayo 2017 17:24
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Un doctor en la campiña’ es un excelente retrato de lo que es la realidad de la sanidad rural. Al menor, la francesa. Y, por extensión con sus innumerables paralelismos, con la española. Es un filme humano, apacible y cargado de reflexión.

Es una mirada cercana, profunda y minimalista del oficio de médico a lo largo pueblos donde reside habitualmente ninguno. Y esa perspectiva la ofrece el director Thomas Lilti, un curioso y paradigmático caso el suyo. Porque antes de ejercer como cineasta trabajó como doctor de medicina interna 10 años antes de pasarse al oficio cinematográfico.

Seguramente, Lilti ha aprovechado sus vivencias y reflexiones sobre el oficio médico para plasmarlos en el cine. Material dramático de primera mano, con autoridad moral. Pero este ‘Un doctor en la campiña’ no es el primer tratado que hace Lilti sobre el tema médico. Su debut gracias a ‘Hipócrates’ (2014) ya fue un claro referente de su cine comprometido y nada superficial. Una historia aquella que funcionó muy bien en la taquilla francesa y también en la española.

Todas las personas que viven en su zona rural pueden contar con Jean-Pierre, el médico que les ausculta, les cura y les tranquiliza a cualquier hora del día, los siete días de la semana. François Cluzet interpreta a un abnegado y solitario doctor al que diagnostican un tumor cerebral incurable. El doctor enfermo acepta la llegada de Nathalie, recién llegada de su trabajo de hospital, para que le ayude. Pero ¿se las arreglará para adaptarse a esta nueva vida y sobre todo a conseguir el reto de sustituir a aquel que se creía irremplazable?

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