Castells con mucho sentimiento

CrónicaCharanga, grallas y la pasión por los castells se reunieron de nuevo en un pasacalles único que recorrió las calles de la Part Alta

17 agosto 2019 10:50 | Actualizado a 17 agosto 2019 14:32
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Faltaban escasos minutos para las 19.30 horas de la tarde cuando los miembros de la Associació Cultural Tarragonina d’Amics/gues dels Castells (ACTAC) procedían a enfajarse bajo la atenta mirada de los espectadores. La gente iba reuniéndose en la Plaça del Pallol. Algunos preparados con el casco y la faja, otros atraídos por la curiosidad esperaban mientras se preguntaban qué iba a pasar. Y cuando aún quedaban muchas dudas por resolver la charanga BandTocats arrancaban a ritmo de Amparito Roca uno de los actos más peculiares de las fiestas de Sant Magí.

Este singular arranque daba paso al tradicional sonido de los timbals y las gralles y al primer pilar de cuatro de la jornada. Un conjunto de ingredientes que tan solo se explica desde la celebración del noveno pasacalles que esta entidad viene celebrando de forma consecutiva. «El objetivo es que la gente que no ha hecho nunca castells pueda venir y que sienta las sensaciones que se viven», explicaba Pitu Mosquits, miembro de la junta directiva de ACTAC.

Desde el minuto uno quedó muy claro que allí no importaba el color de la camisa, ni las grandes construcciones. Los únicos requisitos eran salir con la predisposición de pasarlo bien, dejarse contagiar por el buen ambiente y que aquellos que siempre han sentido cierto respeto hacia los castells se atreviesen a dar el paso y sumarse a la piña. «No queremos que nadie se quede con la espineta», añadía Pitu Mosquits.

Cuando se creó el colectivo quiso dejarse muy claro que ACTAC no era la quinta colla de la ciudad. El grupo reúne a excastellers y castellers en activo. También a gente que hasta hace muy poco no se había puesto en su vida una faja o que no quiere tener las obligaciones que comporta el hecho de formar parte de una gran entidad.

Emma Granero empezó a hacer castells con la ACTAC hace seis años. «Mi padre era casteller y quería que yo de pequeña también subiera, pero me daba miedo», explicaba. Sin embargo, cuando en 2013 vio esta oportunidad no lo dudó ni un momento. «Es distinto. Aquí es más como un hobby, más familiar y más cercano», manifestaba Granero. A sus quince años sube a terços o a quarts y aseguraba que la sensación que siente es aún la de los nervios del primer día que empezó.

Desde la Plaça del Pallol, la charanga siguió hacia la Plaça de la Font. Allí se hacía un intento de dos de cinc que al final tenía que desmontarse cuando prácticamente la enxaneta estaba a punto de coronarlo. José Pérez acababa de llegar tan solo hacía unas horas a Tarragona desde Madrid. No dudó a sumarse la piña cuando vio que faltaba gente, aunque cuando experimentó que la cosa no iba bien se retiró y volvía junto a su esposa. «Esto parece peligroso», le decía. Sin embargo, cuando fue requerido por segunda vez se apuntó de nuevo. Ahora ya podrá decir que en sus vacaciones en Tarragona incluso hizo un castell.

En cambio, las espaldas de Jaume Bricat han aguantado algunos de los castells más difíciles. Este miembro de la Colla Vella dels Xiquets de Valls participaba ayer por primera vez en esta actividad. «Es una muy buena oportunidad para aquella gente que quiere iniciarse y a lo mejor le hace respeto cuando ve las colles grandes. Sobre todo pensando de cara a los niños», decía. Cuando salen a plaza, la Vella entiende los castells como una «competición». «Hoy es totalmente diferente. Lo importante es pasarlo bien y el ambiente festivo», añadía Bricat.

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