España afronta la segunda ola de Covid con muchas incógnitas

El país estrena otoño con los contagios semanales multiplicándose y con más incertidumbres con certezas sobre el impacto del virus

26 septiembre 2020 17:38 | Actualizado a 27 septiembre 2020 09:19
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Tres meses después del final del estado de alarma, España es el país de la UE más azotado por la segunda ola de COVID-19 y entra de lleno en el otoño con los contagios semanales multiplicándose y con más incertidumbres que certezas sobre el impacto del virus, que ha cambiado nuestras vidas en todos los ámbitos.  

Las cifras de la pandemia

Más de 390.000 contagios, 18.000 hospitalizaciones y 2.172 fallecidos: son las cifras de la pandemia en España durante los tres primeros meses de la nueva normalidad. El otoño que todos temían ya ha llegado y se prevé especialmente complejo por la evolución de la curva de contagios, la proliferación de otras infecciones respiratorias, la vuelta a las aulas y el regreso paulatino de muchos españoles a sus puestos de trabajo.  
Las primeras dos semanas de clases presenciales se han saldado con una incidencia minoritaria del virus -700 cierres de aulas y algunos colegios del total de 28.500 centros educativos que hay en España-. Pero se mantiene el temor a que empeore este escenario.  

En todo el país, los contagios semanales se han multiplicado por 35 en los últimos tres meses, la incidencia acumulada de 14 días (268 casos por cada 100.000 habitantes) es 33 veces superior a la registrada el 21 de junio (8,08) y desde finales de julio van al alza hospitalizaciones e ingresos en cuidados intensivos. También crecen los fallecimientos.

¿Cómo es la segunda ola?

Desde el final del estado de alarma se han diagnosticado más de 390.000 nuevos contagios, el 60 % del total de 640.040 registrado por el Ministerio de Sanidad desde el comienzo de la epidemia.  

Mientras el 21 de junio España abandonó el confinamiento con una media de 1.668 contagios semanales, 99 hospitalizaciones -5 en UCI- y 29 muertes, los últimos datos de Sanidad cifran los contagios semanales en 58.347, los ingresos en 2.485 -185 en UCI- y 432 muertes semanales.   

Aunque son más los contagios en estos tres meses que durante el estado de alarma, las hospitalizaciones de estas doce semanas suponen un 12 % del total, los ingresos en UCI un 10 % y los decesos, el 7 % del total. ¿Qué ha cambiado en esta segunda ola? En primer lugar, el 53 % de los positivos son asintomáticos -durante el estado de alarma se diagnosticaban mayoritariamente casos graves-, el principal lugar de contagio es el domicilio y la edad media de los contagiados es de 38 años, significativamente inferior.  
Uno de cada cuatro contagios se detecta en personas de 15 a 29 años, sin embargo el Instituto de Salud Carlos III alerta de que se empieza a observar un «incremento significativo» en los mayores de 70 años, en el que la gravedad de los casos y la mortalidad es mucho mayor.   

La atención sanitaria 

La capacidad de la atención médica es, junto con el número de defunciones, el dato más relevante de la evolución de la epidemia.  La saturación del sistema hospitalario caracterizó la primera ola del coronavirus, con las unidades de cuidados intensivos colapsadas, plantas llenas y profesionales agotados.   

Esta situación obligó a construir hospitales de campaña, a contratar a personal e incluso a incorporar en las plantillas a estudiantes de últimos cursos de medicina y enfermería.  

A medida que se controlaba la curva, esa tensión fue descendiendo y el 21 de junio, el número de hospitalizaciones semanales no llegaba a 100 y el de ingresos en UCI era de 5.  

Con el verano llegó la movilidad y la curva comenzó a crecer de nuevo con la relajación de la nueva normalidad, lo que no se tradujo inmediatamente en una gran presión asistencial, debido al número elevado de asintomáticos y al perfil de personas jóvenes contagiadas.          

Sin embargo, a primeros de julio comenzó a apreciarse un incremento de pacientes en los hospitales y a finales de ese mes, de ingresos en UCI y fallecimientos.  

En la última semana, el número de entradas en UCI ha sido de 160 y el ingreso en hospitales de 2.357. Sanidad cifra en el 8,6 % el número de camas ocupadas por pacientes COVID, un porcentaje que ronda el 40 % en los cuidados intensivos de Madrid. Los médicos de atención primaria y urgencias ya han alertado de que los servicios se encuentran «al borde de la saturación».   

El Instituto de Salud Carlos III indica que 4,7 % de los contagios que se han producido desde el 10 de mayo afectaron a profesionales sanitarios o sociosanitarios. En la primera ola, los positivos de los sanitarios llegaron a suponer el 25% del total.  
Las autoridades han hecho hincapié en que el control de la pandemia precisaba de dos elementos claves: la realización de pruebas PCR (han subido hasta superar las 600.000 semanales) y la contratación de rastreadores para la detección precoz de casos.  

Crisis económica y social  

La crisis sanitaria ha derivado en una crisis económica y social cuyos efectos se dejarán sentir durante años. Al sector turístico, motor de la economía española, le costará recuperarse del impacto del coronavirus, y es muy posible que tenga que reinventarse, olvidarse de viajes masificados y fomentar más el turismo de proximidad con un mayor uso del transporte individual.  

Pero esa será la última etapa de una recesión que ya está aquí y que en España ha dejado máximos históricos de deuda pública, una bajada del PIB superior a la de otras potencias europeas y continúas rebajas de las previsiones de crecimiento. Se ha limitado la producción de muchas empresas, otras han tenido que echar el cierre y el desempleo podría alcanzar hasta el 18,6 % en 2020 y superar el 20 % en 2021.  

En ello ha influido, sin duda, la poca capacidad de las empresas españolas de adaptarse al trabajo remoto, motivo por el que muchas tuvieron que cerrar, y que ha llevado al Gobierno a tratar de enmendar estas deficiencias con una ley del teletrabajo, que está a punto de presentar.    

No es la única medida que el Gobierno ha puesto o quiere poner en marcha para paliar el impacto de la pandemia. La aprobación de un ingreso mínimo vital -cuya llegada a la población está teniendo dificultades-, los ERTE y su prórroga, las moratorias de hipotecas y las ayudas a pymes y autónomos son algunas de ellas.   

Gripe y vacunas

A pesar de los esfuerzos de investigadores en todo el mundo para encontrar vacunas y tratamientos eficaces, hasta la fecha las principales armas contra el coronavirus siguen siendo las mismas: mascarilla, distancia de seguridad e higiene de manos.  
La paralización del ensayo de la vacuna de Oxford y Astrazeneca después de que un voluntario sufriera una inflamación de la médula espinal hizo contener la respiración de las autoridades europeas, ya que se trata de uno de los proyectos más prometedores. Sin embargo, el laboratorio ha retomado el ensayo clínico.  

La Unión Europea ha cerrado acuerdos para tener siete vacunas distintas -una de ellas la de Oxford y AstraZeneca, de la que España podría adquirir tres millones de dosis-, y se esperaba que las primeras vacunaciones comenzaran en diciembre o a comienzos de 2021 en los colectivos prioritarios: sanitarios y personas con factores de riesgo.   
Sin embargo, el desconocimiento de la ciencia y la celeridad en los procesos de investigación de la vacuna han hecho mella en la población española. Aunque un 44 % de los ciudadanos estaría dispuesto a vacunarse, según el CIS, el porcentaje de los que no lo harían es muy similar: un 40,3 %. La cifra alcanza casi el 50 % entre los jóvenes de entre 25 y 34 años.  

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