Francia mantiene el estado de alerta hasta las presidenciales

En el último año, se han realizado más de 4.000 registros sin autorización judicial y se han confiscado 600 armas de fuego

19 mayo 2017 17:24 | Actualizado a 21 mayo 2017 15:45
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Fue un vía crucis laico con seis estaciones por el calvario de los mártires del 13 de noviembre. En el aniversario de la masacre yihadista que causó 130 muertos y medio millar de heridos, François Hollande presidió junto a los alcaldes de París y Saint-Denis el sobrio homenaje de Francia a sus caídos del 13-N. Los nombres están inmortalizados en placas de mármol descubiertas en la media docena de escenarios de la cadena de atentados asumidos por el autoproclamado Estado Islámico, la mayor matanza de civiles registrada en el país desde las represalias nazis contra los resistentes a la ocupación en la Segunda Guerra Mundial.

El ceremonial fue siempre el mismo. Inauguración de lápida, ofrenda floral, minuto de silencio. Se repitió de nueve a once de la mañana, desde el Stade de France hasta el Bataclan, bajo la lluvia y el frío. Se desvelaron las placas dedicadas «a las vidas segadas en este lugar» por orden cronológico de los atentados: Saint-Denis (1 muerto), terrazas del Carillon y Petit-Cambodge (15 muertos), Bonne-Bière y Casa Nostra (5 muertos), Belle-Equipe (19 muertos), y del Comptoir-Voltaire (varios heridos por un terrorista suicida) y, finalmente, sala Bataclan (90 muertos).

Solo hubo un discurso en la jornada conmemorativa. Lo pronunció en Saint-Denis el hijo del portugués Manuel Dias, conductor de autobús alcanzado por la explosión de un kamikaze a las puertas del Stade de France. Fue un himno personal al padre que murió a los 63 años a la espera de los pasajeros que presenciaban un partido de fútbol entre Francia y Alemania. «Debemos esforzarnos en combatir la estigmatización y la división, la integración es la solución», dijo Michael Dias. «Viva la tolerancia, viva la inteligencia y viva Francia», clamó.

El homenaje concluyó con una suelta de globos multicolores delante del ayuntamiento del undécimo distrito de París, el más castigado por la barbarie. Poco antes se había descubierto la última placa ante la sala Bataclan con los nombres de las 90 personas allí asesinadas. Sus nombres fueron leídos uno a uno en una sobrecogedora letanía envuelta en un emotivo silencio. Secundaron al presidente Hollande, la alcaldesa de la capital, Anne Hidalgo; el primer ministro, Manuel Valls, y varios miembros de su Gobierno, entre otras personalidades.

Entre los presentes se encontraban componentes del grupo Eagles of Death Metal que tocaba hace un año en el escenario cuando el comando yihadista interrumpió la actuación a ráfagas de fusiles de asalto. Los músicos no asistieron la víspera al concierto de reapertura ofrecido por Sting a beneficio de las víctimas y sus familiares. Lo cierto es que Hughes está mal visto desde unas declaraciones en primavera en las que puso en duda al equipo de vigilantes de la sala a los que acusó de connivencia con los asaltantes por ser musulmanes.

La sobriedad del homenaje respondió a la petición expresa de las asociaciones de víctimas Life for Paris y 13onze15-Fraternité-Verité, que no han visto satisfecho el deseo de que se construya un monumento específico ya que las autoridades temen nuevos atentados. En declaraciones a la BBC, Valls anunció una nueva prórroga del estado de emergencia decretado la misma noche del 13-N y en vigor hasta enero. Es probable que la ampliación del régimen de excepción dure hasta la elección presidencial en abril y mayo próximos. Desde su instauración se han practicado más de 4.000 registros sin autorización judicial en las que se han confiscado 600 armas.

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