La Turquía de Erdogan pide pena de muerte para los golpistas

Se intensifica la purga. La cifra de detenidos supera los 6.000, mientras que las víctimas totales ascienden a 265

19 mayo 2017 18:42 | Actualizado a 21 mayo 2017 17:05
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Día de funerales en Turquía. Jornada de dolor en las mezquitas en la despedida de los civiles y policías caídos durante el fallido golpe militar del viernes que dejó 265 muertos. El presidente Recep Tayyip Erdogan estuvo presente en el adiós de un colaborador cercano, muerto en Estambul por los disparos de los soldados cuando se acercó a uno de los puentes cortados al inicio de la asonada. Erdogan prometió mano dura y ya son 6.000 los detenidos, según los datos ofrecidos por el Ministerio de Justicia, en una «operación de limpieza» que sigue abierta y que ha llevado también a quitar de sus puestos a más de 2.700 jueces.

El líder musulmán llamó a los suyos a mantener las movilizaciones en las plazas de las principales ciudades del país en defensa de la democracia durante al menos una semana «porque este no es momento de descansar» y arremetió una vez más contra «el virus» que infecta Turquía, forma de referirse a la cofradía liderada por el clérigo Fetulá Gulén, exiliado en Estados Unidos y al que acusa de estar detrás de la asonada. Las purgas en las Fuerzas Armadas y la Justicia no parecen suficientes para unos seguidores que pidieron a gritos a Erdogan la implantación de la pena capital. El presidente apuntó que lo estudiaría.

Movilizar a los turcos

Presidencia moviliza a los turcos a través de mensajes de texto a los teléfonos móviles en los que se lee que «todo el público que defiende la democracia está invitado a las plazas». Esta llamada ha calado entre los sectores nacionalistas y, sobre todo, islamistas que comparten movilizaciones, pero no hay ni rastro de los partidos opositores y movimientos sociales que se echaron a la calle en 2013 en las protestas del parque Gezi.

«Los sectores seculares y liberales, la gente que se enfrentó al gas y los palos de la Policía en Gezi están al margen. Esto no significa que sean partidarios del golpe, pero su miedo es más importante que su ira», piensa el analista Selim Koru, miembro del Economic Policy Research Foundation de Turquía (TEPAV). Koru opina que «es difícil predecir qué dirección llevarán las cosas. El peor escenario es que el golpe va a llevar al AKP (Partido de la Justicia y Desarrollo, de Erdogan) a endurecer su política, lo que hará inhabitable el país para los demás. Lo mejor sería que sirviera como fuerza de unión entre las distintas fuerzas», según refleja en su último artículo en la plataforma digital ‘War on The Rocks’.

Comandante

Los seguidores más acérrimos de Erdogan ya no le llaman presidente y se refieren al líder islamista como «primer comandante», la misma fórmula empleada por él mismo cuando se dirigió a la nación vía Facetime en los primeros momentos de la sublevación militar. La plaza Taksim es el epicentro de las concentraciones de los «defensores de la democracia», tal y como se presentan los manifestantes, pero el sector más duro se concentra a las puertas de la Jefatura de Policía, en la avenida Batán. Allí se registraron los primeros enfrentamientos con los militares y allí están encarceladas cientos de personas por su relación con el alzamiento.

En la puerta del edificio un cartel reza: «la pena de muerte es necesaria». En los jardines próximos, los seguidores de Erdogan se relevan para tener presencia constante. Kemal Çomer está junto a su familia y asegura que «no nos moveremos hasta que nuestro primer comandante diga que la normalidad ha vuelto al país». Vigilante de seguridad del ayuntamiento de la ciudad, Çomer pide al extranjero que se identifique antes de responder y acusa a los sectores laicos de la sociedad de «respaldar el golpe y por eso no están en la calle. Mientras nosotros moríamos por la democracia, ellos sacaban dinero de los cajeros automáticos y compraban víveres».

Metin Uslu, jubilado, acampa también desde la noche del viernes en este lugar y asegura que «hay intereses extranjeros con ganas de que nuestro Gobierno caiga, pero no lo conseguirán». Uslu, como el resto de entrevistados en esta zona, afirma estar «dispuesto a morir por la patria y por nuestro primer comandante».

Altos mandos detenidos

Las fuerzas de seguridad trabajan contra el reloj y en las últimas horas han sido detenidas por su supuesta complicidad en el intento fallido de golpe de Estado figuras importantes de las Fuerzas Armadas como el comandante de la base aérea de Incirlik, el general Bekir Ercan Van, o el coronel Ali Yazici, asistente militar personal del presidente desde agosto, informó la cadena privada CNN Türk. Incirlik es un punto importante en la lucha contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI) en Siria ya que es una base empleada por los aviones de Estados Unidos.

El primer ministro turco, Binali Yildirim, advirtió que «nuestro trabajo aún no ha terminado» y reivindicó el papel de «vigilantes de la democracia» que deben ejercer los ciudadanos a los que instó a no confundir a las «bandas del Estado paralelo con uniforme» con «nuestros soldados». La fórmula ‘Estado paralelo’ se emplea para referirse a la organización de Gulén y con estas palabras Yildirim trató de exculpar a la mayor parte del Ejército de un levantamiento que deja muy tocada a la institución frente a unos ciudadanos que se han volcado en muestras de afecto a la Policía, cuerpo leal al Gobierno que ha jugado un papel básico para responder al golpe militar.

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