«Las autoescuelas pequeñas pueden desaparecer»

Las autoescuelas, sobre todo las de Barcelona, están en pie de guerra por la falta de examinadores

15 agosto 2019 10:00 | Actualizado a 16 agosto 2019 16:00
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El mes de agosto, en que no se realizan exámenes de conducir, ha insuflado un poco de calma, pero las autoescuelas, físicas y digitales, están que trinan. Lo demuestra que el pasado 16 de julio decenas de automóviles en los que se realizan prácticas se echasen a la calle en Barcelona. El motivo de la protesta es reiterado: la falta de examinadores que convierte en misión casi imposible presentarse al examen.

La protesta se enmarca dentro de la campaña ‘AutoSOScoles’, que dura ya cinco años. Fue en 2014, cuando la jubilación de numerosos examinadores provocó que se fuese acumulando gente en lista de espera.

En Barcelona, por ejemplo, de una plantilla de 90 examinadores, solo están operativos unos 60, lo que provoca unas largas listas de espera que llegan a los seis meses. Según cifras de la Federació d’Autoescoles de Catalunya (FAC), en Barcelona hay 40.475 personas a la espera de poder presentarse al examen.

La FAC lamenta que «hace cinco años que estamos así y que arrastramos este problema y, por ello, no paramos de hablar de exámenes, de buscar estrategias para sobrevivir, lo que muchas veces nos perjudica a nosotros mismos, de pasar penurias como empresas por las limitaciones que tenemos».

En Tarragona, la situación no está tan mal. Según el presidente de la Associació d’Autoescoles de Tarragona, Carles Oliver, la lista de espera es de mes y medio. Y, poco a poco, los alumnos pueden irse examinando. «Tendríamos que examinar con más frecuencia, por supuesto, pero la DGT nos tiene muy en cuenta», asegura.

El problema en Tarragona es la amenaza del nuevo sistema de cupos para el examen, denominado CAPA (Capacidad de las Pruebas de Aptitud), que aún no se ha aplicado en la demarcación, pero sí en otros lugares.

El CAPA consiste en que en cada provincia se calcula el porcentaje de aprobados sobre los alumnos que se presentan al examen práctico. Ese porcentaje se aplica luego en cada autoescuela sobre los alumnos de dicho centro que ya han aprobado el teórico y están listos para presentarse al práctico.

Un ejemplo: si en una provincia aprueba el 30% de alumnos, una autoescuela con 10 ‘aspirantes’ al examen práctico solo podría presentar tres. Para las autoescuelas pequeñas, esto supondría un varapalo al tener que hacer esperar a sus escasos alumnos. Así lo resume Oliver: «El CAPA es un desastre. Lo querían implantar aquí el 2 de septiembre, pero he conseguido que no lo hagan de momento. Implicaría que las autoescuelas pequeñas desapareciesen. No tendrían opción, no ya de vivir, sino ni siquiera de sobrevivir».

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