Mafalda, esa niña de seis años que hizo pensar al mundo entero

Mafalda se baja Rebelde y feminista, esta niña de melena corta y lazo en el pelo deja perplejos a los adultos con sus sabias reflexiones 

01 octubre 2020 10:43 | Actualizado a 09 diciembre 2020 18:12
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Inconformista, idealista, dolorida por la iniquidades del mundo. Así es Mafalda, nuestra Mafalda, siempre reivindicativa, feminista y sentenciosa, lamentadora de un mundo cruel que, eso sí, se le desdibuja cuando come un helado. Odia la sopa y ama los informativos, aunque es un poco sabihonda. Nada le es ajeno, ni la sociedad ni la política ni la economía ni la filosofía. De su boca salen reflexiones y preguntas casi siempre imposibles de contestar por un adulto. "Paren al mundo, que me quiero bajar", se queja cuando sufre atropellos indignantes.            

¿Qué decir de su árbol genealógico? De su padre no sabemos ni el nombre, lo que le convierte (¡peligro!) en todo un indocumentado. De su madre al menos tenemos la certeza de que responde al nombre de Raquel, quien alumbró a Guille, el hermanito de Mafalda que, en contraste con ella, adora la sopa.

Siempre ha ido a contracorriente. Frente a la mayoría de las niñas, a ella le gusta jugar al fútbol y a los vaqueros con sus amigos. En materia musical bebe los vientos por los Beatles; en cuestiones ornitológicas se desvive por el Pájaro Loco y en lo gastronómico no hay discusión: ante un panqueque que se quite lo demás.      

     

Si le hicieran un test de personalidad uno de estos psiquiatras modernos de ahora le sacaría a lo mejor un trastorno fardón, como la ciclotimia. Porque nuestra amiga unas veces muestra un nihilismo nietzscheano y otras se deja vencer por un pesimismo oscuro, si bien espanta los nubarrones con un sentimiento de esperanza.

Mafalda no llama a engaño. No es un alma cándida, sino más bien un alma en pena que se desangra por la geopolítica del mundo. Detrás de su sonrisa se esconde un humor ácido y negro, vitriólico y descarnado que se engolfa en los juegos de palabras. "No es cierto que todo tiempo pasado fue mejor. Lo que pasaba era que los que estaban peor todavía no se habían dado cuenta", suelta la niña de pronto, para sorpresa de su papá, un hombre de clase media que bastante tiene con los problemas de la oficina.

A sus 56 años debería ser toda una mujer madura, pero Mafalda ha hecho realidad el sueño de Peter Pan y no crece ni cambia. Impertérrita frente a los vaivenes de la moda, sigue con su media melena y lazo en el pelo, sus merceditas y sus vestidos estampados.            

El mundo llora la muerte del padre de Mafalda

La muerte del humorista gráfico Joaquín Salvador Lavado "Quino", a los 88 años, ha dejado este miércoles huérfanas a las miles de personas que adoptaron a la entrañable Mafalda como una más de la familia, sin olvidar a Manolito, Susanita y Felipe y a todos los personajes con los que el dibujante argentino dio la vuelta al mundo a lo largo de casi seis décadas.

El autor, que desde hace varios años se trasladaba en silla de ruedas y venía acusando diversos problemas de salud, falleció por la mañana en Mendoza, la misma ciudad donde se establecieron sus padres cuando emigraron a Argentina desde España y donde nació en 1932.

"Estaba tranquilo, en su casa, no pasó nada más que el devenir de sus años y su salud de este último tiempo. Se murió de viejito, habiendo vivido su vida íntegramente", ha dicho a Efe Julieta Colombo, sobrina de "Quino", como se le empezó a llamar desde chico para diferenciarlo de los muchos "Joaquines" que había en su familia.

En los últimos tiempos, con dificultades de visión y a pesar de estar retirado del dibujo, el célebre autor siguió asistiendo a diversos homenajes a su obra. Uno de los más recientes fue a finales del año pasado en la Universidad Nacional de Cuyo de su ciudad natal, adonde se mudó a finales de 2017 desde Buenos Aires tras quedarse viudo. 
 

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