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De Black Panther al agente Davis. O, lo que es lo mismo, de Wakanda a Nueva York. Un salto de personajes y estilos a los que debe enfrentarse el actor Chadwick Boseman. Ha abandonado su trono africano y el Black Power para convertirse en un policía con ganas de venganza.
Pero Boseman sigue metido en un filme de acción, adrenalítico -incluso previsible- en el que thriller y muerte van unidos de la mano. Y mantener la tensión es su gran objetivo mientras la película mantiene ese suspense a lo largo de más de hora y media.
El brutal asesinato de ocho policías durante un robo es la primera mecha, a la que se unirán otras, como la de un policía resentido pero comprometido que se hará cargo del caso y que manda cerrar toda la isla de Manhattan por tierra, mar y aire para que los responsable de la carnicería no escapen. Y, a partir de ahí, una carrera contrarreloj contra la muerte y una sensación claustrofóbica de una aislada Nueva York. Aunque el filme esté rodado en las calles de Filadelfia, Manhattan sin salida nos la da con queso y llegamos a creer que es la capital mundial y cosmopolita.
André Davis (Chadwick Boseman) es un policía de Nueva York que ve la oportunidad de redimir su pasado cuando varios oficiales de la policía son asesinados. Con ayuda de su compañera Frankie (Sienna Miller), inicia una brutal persecución con el fin de encontrar a los culpables y, por primera vez en la historia de Manhattan, la ciudad quedará blindada y en las próximas 24 horas nadie podrá entrar ni salir de la isla.
El título original en inglés de 21 Bridges nos da las pistas suficientes para que entendamos de qué va la historia.
El viaje de Manhattan sin salida es presumible, esperado y en buena medida un cliché. Tampoco caben sorpresas en un guión clásico, firmado por Matthew Carnahan y Adam Mervis, en el que una pareja de policías deberán trabajar codo con codo para acabar con la banda asesina.
El único y gran objetivo de Manhattan sin salida es entretener al espectador, cosa que hace de forma irregular, combinando buenos momentos de acción con otros incapaces de mantener el interés.
Producida por los hermanos Russo (Anthony y Joe), los mismos directores responsables de las dos últimas entregas de Vengadores y de otras tantas de Capitán América (todas de Marvel), Manhattan sin salida funciona en su medida gracias al esfuerzo de su reparto, con buenos momentos dramáticos. Es lo más destacable de una película que hemos visto cientos de veces. Por eso, como dice el refrán cinéfilo, «a falta de un buen guión, persecuciones y disparos a discreción».
'La llamada de lo salvaje'
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