Mostradores centenarios

Repasamos algunos comercios de la demarcación con más de un siglo de vida

19 mayo 2017 23:23 | Actualizado a 22 mayo 2017 21:28
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Un colmado del siglo XIX que se estrenará en la venta ‘on-line’

Situado en el número 82 de la calle Major, Porta Comerç es toda una institución en Montblanc. Cal Pere Adroguernou, tal y como se conoce la tienda en la Vila Ducal, se fundó en el año 1800 como pastelería y droguería. Fue la primera tienda con escaparate, abierta al público, y durante los primeros 125 años estuvo regentada por la familia Sabaté Balcells.

Ya en 1925 el negocio pasó a manos de Pere Porta i Bertran. Veintidós años más tarde, Porta decidió trasladarse al edificio actual. Aparcó el obrador y reconvirtió la tienda en un colmado en el que siguió vendiendo todo tipo de productos de limpieza. Los repletos estantes de Porta Comerç siguen conservando la imagen de la década de los cuarenta. Y, aunque el año pasado se llevó a cabo una reforma de la fachada, de puertas a dentro los cambios han sido mínimos. Y así quiere continuar Antoni Sanahuja que, a pesar de que es maestro, ha decidido cogerse una excedencia para ponerse detrás de un mostrador que es todo un atractivo para la gente que visita Montblanc.

Sanahuja hace tan solo dos meses que lleva el negocio de su abuelo. Y, de momento, tan solo se ha propuesto un cambio. Está ultimando la página web para poner en marcha la venta de licores y vinos on-line. Bajo el dominio bodegadevins.com, quiere ser una plataforma «para los productos del territorio». Y no descarta que más adelante incluya otras especialidades. «Aquí no nos ha afectado la afluencia de grandes superficies comerciales. Los clientes son fieles y en parte también salimos adelante gracias al turismo», argumenta.

 

Pastisseria Padreny cumple 200 años

Los panellets de Cal Padreny son reconocidos más allá de Reus, pero también la coca de cerezas y el menjar blanc. Son algunos de los dulces más tradicionales de un establecimiento que este año llega a los doscientos aniversario.

Pastisseria Padreny nació de la mano de Josep Padreny i Güell en una buhardilla de la calle Bages de Reus. Aunque los inicios no están documentados, la filosofía del establecimiento era la de «tu me traes unos huevos y yo te hago un pastel». Así lo explica Glòria Vicheto, la sexta generación de esta familia que está detrás del mostrador.

Ya en 1840 se trasladaron al número 15 de la calle Hospital, un local que renovaron completamente en la década de los noventa. También el obrador se ha adaptado a los nuevos tiempos. «Debemos pensar en una cosa más moderna y funcional», dice Vicheto. Lo que sí que mantienen son las letras y el papel que se identifica con el establecimiento más longevo de la capital del Baix Camp.

Padreny es innovación en los dulces, pero sobre todo es tradición. Incluso en lo que se refiere a sus trabajadores. «La persona que lleva menos tiempo con nosotros hace doce años que está aquí», argumenta Glòria Vicheto. Quien acaba de hacerse cargo del negocio, tras la jubilación de su madre, espera que sus hijos sigan con el legado. «El pastelero más antiguo que tenemos lleva 45 años con nosotros. Entró a los 18, y ya debemos pensar en formar a alguien», describe. Padreny facturó el año pasado medio millón de euros.

 

El fuego no pudo acabar con la Cereria Salvadó

Cuando en la década de los ochenta un incendio calcinó la Cereria Salvadó, esta familia puso todo su empeño en recuperar un negocio que en 1835 constituyó la familia Huguet Gispert.

El gran mostrador de madera, la caja registradora y los estantes. Todo fue minuciosamente restaurado, hasta borrarse por completo la huella de un incidente que no consiguió acabar con la única cerería de la demarcación de Tarragona.

Al entrar por la puerta de este establecimiento es como si el reloj corriera hacia atrás a una velocidad estrepitosa. Solo se han adaptado los usos. El altillo, que antes era el comedor de los propietarios, se utiliza como almacén, mientras que en las paredes cuelgan algunas de las antiguas ollas que hace ya algunos años dejaron de utilizarse para fundir la cera.

Este establecimiento de la Plaça Castell se ha convertido en todo un punto de interés para los turistas que visitan Reus. Además no hay celebración litúrgica que acabe sin pasar por un comercio en el que la fantasía –es decir, las velas perfumadas y decorativas– han ganado protagonismo en los últimos años.

En el 2000 la familia decidió trasladar la fábrica a Riudoms. La decisión llegó para facilitar la logística de una sociedad que ha encontrado en la cera dental un nicho de especialización que le ha garantizado su continuidad.

De hecho, Reyes Salvadó asegura que gracias a la unidad de producción puede mantenerse abierta una tienda que «por el resto va haciendo». En los últimos siete años el crecimiento ha sido aproximadamente de un 10% anual.

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