Olivia de Havilland, mucho más que la dulce Melania

La actriz, que falleció ayer a los 104 años en París, era la última superviviente de la mítica película ‘Lo que el viento se llevó’

27 julio 2020 08:50 | Actualizado a 27 julio 2020 10:20
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Ganó dos Óscar y dos Globos de Oro e interpretó personajes variados y complejos, pero Olivia de Havilland pasará a la historia como la dulce Melania de Lo que el viento se llevó y por la lucha abierta que mantuvo toda su vida con su hermana y también gran actriz, Joan Fontaine. Combativa hasta el final -en 2018 inició un pleito contra la cadena televisiva FV por el retrato que hace de ella en la serie Feud. De Havilland poco tenía en común con la buena y pacífica Melania, que le dio la gloria eterna en el cine

Mujer de fuerte carácter, no muchos cinéfilos saben que Olivia de Havilland fue la responsable de un cambio radical en el Hollywood de los grandes estudios.

En los años cuarenta se cansó de las abusivas condiciones laborales a las que estaban sometidos los actores y actrices en aquella época dorada de Hollywood y se enfrentó con el poderoso estudio Warner Bros.

El papel le valió su primera nominación al Óscar, como actriz secundaria

De Havilland reclamó a Warner Bros. que le dieran acceso a otro tipo de personajes, pero el estudio respondió dejándola sin empleo y sueldo. Por miedo a más represalias judiciales, ninguna otra compañía se atrevió a ofrecerle trabajo y la actriz estuvo tres años sin aparecer en ningún filme hasta que venció en los tribunales.

Y eso que por aquella época, ya tenía títulos en su haber como La carga de la brigada ligera (1936), Robin de los bosques (1938) o Lo que el viento se llevó (1939). En declaraciones al diario británico The Independent en 2009, la actriz aseguró que se sintió «una estrella, pero también una esclava» de Hollywood. «Todos en Hollywood creían que perdería, pero yo estaba segura de ganar. Había leído la ley y sabía que lo que hacían los estudios estaba mal», afirmó.

Tras recuperar su libertad artística, la actriz vivió sus años más inspirados. Ganó el Óscar a la mejor actriz protagonista por Vida íntima de Julia Norris (1946), fue nominada por Nido de víboras (1948) y volvió a lograr la estatuilla con La heredera (1949).

A partir de los años 50 comenzó a alejarse, progresivamente, del mundo del cine y se mudó a París, donde se casó con el periodista francés Pierre Galante, su segundo esposo tras el novelista norteamericano Marcus Goodrich.

Aunque De Havilland y Galante se divorciaron en 1979, fueron muy amigos hasta la muerte de él, a causa de un cáncer, en 1998. La actriz decidió seguir residiendo en Francia, país que le otorgó la Legión de Honor y donde fue, además, la primera mujer que presidió el jurado del Festival de Cannes en 1965.

Sobrevivió casi siete años a su hermana, con la que tuvo una complicada relación de celos y envidia que les llevó a no dirigirse la palabra durante décadas. El origen de sus problemas más serios pudo estar cuando ambas estuvieron nominadas al Óscar, en 1942. De Havilland lo intentaba por segunda vez con Si no amaneciera -dos años antes se fue de vacío pese a optar al premio por su mítica Melania-, pero perdió frente a su hermana, que lo ganó por Sospecha. Pero la rivalidad venía de la infancia. Cuando Olivia tenía nueve años, redactó un testamento en el que decía: «Le dejo toda mi belleza a mi hermana pequeña Joan, ya que ella no tiene ninguna».

Unos problemas que se vieron reflejados en la serie Feud, donde hay una escena en la que De Havilland llamaba «puta» a su hermana, algo que negó en la posterior demanda contra FX. De Havilland sostuvo en su acusación que ese «ofensivo término» iba en contra de su reputación de «buenos modales, clase y amabilidad».

Una clase y elegancia que mantuvo hasta el final, así como su agilidad mental, que demostró en sus contadas apariciones públicas, como cuando en 2003 se encargó de presentar un homenaje a los ganadores de los Óscar con motivo del 75 aniversario de estos premios. El auditorio al completo del Teatro Kodak de Hollywood la recibió en pie y con una larga ovación mientras sonaban los compases de Lo que el viento se llevó. En 2016, cuando cumplió cien años, concedió algunas entrevistas, aunque vía email. No tuvo reparos en llamar «Lady Dragón» a su hermana y aseguró que el secreto de su longevidad estaba en «el amor, las risas y el aprendizaje». También habló de su película más recordada, Lo que el viento se llevó y aseguró que fue su papel, el de Melania, el que siempre le interesó, y no el de Escarlata O’Hara que anhelaban la mayoría de las actrices de aquella época.

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