Parker Solar Probe, una sonda para tocar el Sol

Despega el sábado para desvelar algunos secretos de la atmósfera de la estrella

09 agosto 2018 08:53 | Actualizado a 09 agosto 2018 09:03
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El físico estadounidense Eugene Parker tenía 31 años cuando en 1958 bautizó como «viento solar» el flujo continuo de partículas cargadas eléctricamente que emite nuestra estrella, describió el complejo mecanismo que lo podía generar, y propuso una explicación al hecho de que la corona solar –la atmósfera del Sol– esté muchísimo más caliente que su superficie.

Si no hay imprevistos, la Parker Solar Probe, llamada así en su honor, despegará de la Base de la Fuerza Aérea de Cabo Cañaveral (Florida, EEUU) en la madrugada del sábado en lo alto de un cohete Delta IV-Heavy con el objetivo de comprobar las teorías de aquel joven físico de los años 50, hoy un veterano pionero de 91 años. 

La NASA cree que la misión, presupuestada en 1.500 millones de dólares, revolucionará nuestro conocimiento del Sol, la estrella a la que debemos la vida y que también es una amenaza para nuestra civilización tecnológica.

Para ello, la nave –la primera bautizada con el nombre de alguien vivo– se adentrará varias veces en el entorno más hostil imaginado, la atmósfera de la estrella, para estudiar sus campos eléctrico y magnético, el plasma, las partículas cargadas energéticamente y el viento solar. 

«Vamos a explorar una región del espacio que nunca ha sido visitada. Tenemos una idea de lo que encontraremos, pero los resultados más importantes podrían muy bien deberse a observaciones completamente inesperadas», dice Ed Stone, de Caltech e investigador de uno de los cuatro grupos de instrumentos.

Una vez que despegue desde Florida –la ‘ventana’ de lanzamiento abarca desde el sábado hasta el 23 de agosto–, la Parker Solar Probe sobrevolará Venus seis veces en los próximos seis años para ir acercándose cada vez más al Sol. Nosotros estamos a unos 150 millones de kilómetros de la estrella, y Mercurio, a unos 57,9 millones de kilómetros.

La sonda de la NASA se aproximará hasta los 6,2 millones de kilómetros en 2024, siete veces más cerca que la nave humana que más se ha aproximado al Sol, la Helios 2 en 1976, que llegó hasta los 43 millones de kilómetros. La Parker Solar Probe, prácticamente, tocará la estrella.

29º C a la sombra

Será el primer ingenio en sumergirse en la corona solar, donde las temperaturas superan los dos millones de grados. Por fortuna, la baja densidad del plasma hará que no tenga que hacer frente a más de 1.371º C, principalmente debido a la luz del Sol, para lo que va equipada con un escudo térmico de carbono de 11,4 centímetros de espesor.

La radiación solar que le llegará será el equivalente a unas 500 veces la que disfrutamos en la Tierra, pero el escudo será tan efectivo que los instrumentos a la sombra no se calentarán más allá de unos confortables 29º C. Solo las antenas para medir el campo eléctrico y un pequeño detector de plasma harán frente directamente a la luz solar.

La sonda alcanzará en la corona una velocidad máxima de 700.000 kilómetros por hora –tardaría 4,1 segundos en llegar del norte al sur de España–, con lo que será la nave más rápida dela Historia. 

El objetivo principal de la misión es averiguar cómo se mueven el calor y la energía por la atmósfera solar, e intentar averiguar qué es lo que acelera el viento solar. Los científicos buscan respuestas a estas preguntas desde hace 60 años, pero, para dar con ellas, necesitaban mandar al Sol una nave capaz de aguantar temperaturas de hasta 1.400º C.

Esperan también que la Parker Solar Probe aclare por qué la temperatura de la corona es de dos millones de grados mientras que la de la superficie del Sol es de 5.500º C. Y entender el mecanismo que hay detrás de las llamadas eyecciones de masa coronal o erupciones solares

De vez en cuando, el Sol lanza disparadas al espacio miles de millones de toneladas de partículas cargadas eléctricamente. Una nube de esas partículas puede tardar menos de veinticuatro horas en llegar a nuestro planeta y, cuando lo alcanza, además de auroras polares, puede provocar serios problemas en los sistemas de comunicaciones y de suministro eléctrico, dependiendo su intensidad.

Se espera que la información que recoja la ‘Parker Solar Probe’ en sus seis años largos de misión ayude a predecir este tipo de fenómenos, que, si no se toman las precauciones debidas, pueden inutilizar satélites, dejarnos sin GPS, radares, radio y electricidad.

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