Quejas por la inseguridad de numerosas paradas de bús de Tarragona

La falta de marquesinas y de luz son algunas de las principales reivindicaciones. La peor situación se registra en Llevant y el Pont del Diable debido al tráfico de la nacional

24 agosto 2019 17:30 | Actualizado a 24 agosto 2019 17:50
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El autobús de la línea 85 llega a la parada del Pont del Diable. Tan solo un palo con los horarios indica este servicio. Allí permanecen bajo el sol un grupo de turistas, que espera en el arcén de medio metro que hay entre el quitamiedos de la carretera y el carril de aceleración que utilizan los vehículos que se incorporan a la N-240. Mientras el coche abre sus puertas, llega corriendo una familia que venía de visitar el monumento Patrimonio de la Humanidad.

La situación se registraba ayer por la mañana. La peligrosa ubicación de esta parada es la única solución que tiene los usuarios que acceden en transporte púbico al Aqüeducte de les Ferreres. No hay marquesina y en reiteradas ocasiones se ha denunciado el peligro que supone para las personas que la utilizan. Se trata de uno de los puntos negros del mapa de líneas de autobús de la Empresa Municipal de Transports (EMT). Sin embargo, no es el único. Aunque los usuarios valoran satisfactoriamente el funcionamiento general del servicio, no son pocas las quejas que se centran en el estado de las paradas.

El malestar se registra principalmente en las afueras de la ciudad, siendo la zona de Llevant la gran perjudicada. Si uno circula por la antigua carretera de Barcelona verá como el flujo de personas que cruza la nacional hasta la parada del autobús es constante. Una situación que ahora, en plena temporada de playas se acentúa. La parada de Cala Romana concentra algunas de las principales quejas. También la de La Savinosa. Y, aunque en este punto se colocó un semáforo con un paso de peatones, sigue habiendo quien decide arriesgarse.

El conflicto por la parada del bus se ha convertido en una de las principales demandas de los vecinos de Solimar. Hace dos años se eliminó la que había junto al Restaurant Jaume I. Ahora tienen que utilizar la de Mas Rabassa. «Era una parada que había existido toda la vida y de repente dijeron que la eliminaban cuando la mayoría en esta zona son inseguras, porque están en carriles de aceleración o desaceleración», apunta el presidente de la Associació de Veïns de Solimar, Carles Riba.

Sus usuarios bajan y cruzan la carretera, caminando por el costado derecho, cuando los peatones deberían hacerlo por el izquierdo, ya que al otro lado ni siquiera hay arcén. «Ahora hay mucha gente que coge la línea 16, que acaba allí su ruta y da la vuelta, para bajarse en Solimar, pero es un servicio que solo funciona en verano», explica Riba.

La falta de marquesinas, de iluminación y el difícil acceso que sufren algunas paradas concentran las principales quejas de los usuarios del transporte público municipal. Éstas también llegan desde Ponent. En concreto, en el barrio de Campclar. Hace dos años los vecinos recogieron 380 firmas para pedir un semáforo, para cruzar la antigua N-340 a la altura de la calle Riu Ter. Estaba previsto que al otro lado de la carretera se instalase una nueva parada, para la vuelta de los niños que van a los institutos Collblanc, Bonavista y Joan XXIII. El semáforo sigue sin funcionar y los niños siguen bajándose en la parada que queda delante del Mercadona. «Hasta que no esté operativo el autobús no parará», lamenta Encarni Sierra. Pide que antes de iniciar el curso se solucione esta problemática que afecta a alrededor de unos cuarenta niños.

«Es un desastre total, porque pusieron el semáforo y no se ha acabado. Aquí la gente cruza igualmente y cualquier día va a pasar alguna cosa. Si de momento no lo ha hecho es porque Dios no quiere», afirma Ana Leal. La señal la instaló Carreteras del Estado y la subdelegación asegura que su puesta en funcionamiento compete al Ayuntamiento.

A escasos metros de ese lugar, entre Bonavista y La Canonja hay otro de los puntos críticos. Una parada a la que tan solo puede accederse caminando por el arcén de la antigua carretera de València. En este caso, la responsabilidad es de la Generalitat, ya que corresponde a la línea de Tarragona a Salou.

En el año 2011 la empresa CINESI (Consultoria de Transports i Mobilitat) hizo un estudio para mejorar este aspecto del servicio. En éste se pusieron de manifiesto muchos de los déficits existentes y se detectó que había 24 paradas de autobús peligrosas. Muchos de los problemas que se registraban siguen siendo una asignatura pendiente. Desde la EMT, su presidente, Jordi Fortuny, asegura que la compañía municipal «trabaja con el objetivo de la mejora contínua, una condición indispensable en la prestación del servicio público». El edil republicano defiende que la mejora de las paradas «es un trabajo constante que se va planificando en función de las necesidades y la disponibilidad presupuestaria».

El Ayuntamiento no ha dado a conocer si hay algún informe con las actuaciones previstas o el presupuesto que se destina anualmente a esta mejora. Pese a ello, el Consistorio insiste en que «algunas de las paradas, por la configuración del término municipal con barrios dispersos conectados por carreteras nacionales y vías interurbanas, requieren de mejoras que podremos afrontar con el traspaso de carreteras, lo que permitirá hacer una intervención integral de estas vías».

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