Sánchez defiende dejar la vía judicial en Catalunya

«No se va a romper España. Aquí lo que se va a romper es el bloqueo al Gobierno progresista elegido por los españoles», aseguró

05 enero 2020 09:50 | Actualizado a 05 enero 2020 09:52
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Pedro Sánchez se vio obligado a hacer ayer ante el Congreso de los Diputados un discurso a la defensiva. No solo para replicar a las críticas de la derecha por su pacto con Unidas Podemos y  su acuerdo con ERC sino también y fundamentalmente para responder a la intervención que él mismo protagonizó el pasado julio, en el debate de investidura en el que rechazó las llamadas de Pablo Iglesias a compartir Ejecutivo, y a los argumentos que un día tras otro desplegó durante la precampaña  y la campaña electoral contra el independentismo. «No se va a romper España, no se va a romper la Constitución. Aquí lo que se va a romper es el bloqueo al Gobierno progresista democráticamente elegido por los españoles», dijo nada más subir a la tribuna.

El secretario general del PSOE llegó a argumentar que en realidad las alianzas que ha acabado tejiendo para poder seguir en la Moncloa no son exactamente plato de su devoción (nada que ver con el «es un honor caminar junto a vosotros» que le dedicó el líder de Podemos cuando llegó su turno de palabra). «La composición del Parlamento -justificó ante Pablo Casado- no la hemos elegido nosotros sino los ciudadanos. Yo hubiera querido ganar con una mayoría más amplia». Pero aun así, rechazó que se ponga en cuestión «el compromiso de la izquierda con España».

El mismo presidente en funciones que hace seis meses espetó a su hoy socio de Gobierno aquello de «si usted me obliga a elegir entre la presidencia de un Gobierno que no serviría a España y optar por mis convicciones, elijo mis convicciones» y que apelaba a las diferencias con Iglesias en asuntos como el modelo de Estado para vetar su presencia en el Ejecutivo adujo ayer que, ante el mapa político «sumamente fragmentado» que han dibujado los españoles solo cabían dos actitudes.

«Una -alegó- es la cómoda, y consiste en refugiarse en la pureza de las creencias propias, en inhibirse, en evitar correr cualquier riesgo y en esperar que sean otros quienes aporten la solución». La otra sería «asumir la realidad parlamentaria» y construir a partir de ella. 

Con ese argumento justificó también su giro de 180 grados en relación a Catalunya, la decisión de crear una mesa de diálogo entre el Gobierno y la Generalitat sobre el estatus político de la comunidad autónoma  y su disposición a someter a la consulta de la ciudadanía catalana aquello que eventualmente pueda acordarse.

En todo caso, el líder de los socialistas insistió una y otra vez en el que ese diálogo respetará siempre el «ordenamiento constitucional» y reprochó a PP, Ciudadanos o Vox cuestionen ese compromiso después de 40 años de democracia en los que ha quedado perfectamente demostrada la defensa de los valores y principios de la Carta Magna por su partido. Esa misma idea le sirvió también para apelar a otro tipo de patriotismo, el «patriotismo social», del que se erigió en representante.

«Pedro, es un honor»

Liberado ya de las rencillas con el PSOE que dinamitaron el anterior debate de investidura y por haber cambiado el «si se puede» por el «sí se pudo», Pablo Iglesias ya habla como el vicepresidente del primer Gobierno de coalición desde que se restauró la democracia en España. Ayer quiso mostrarse como un socio leal para disipar las dudas que puedan tener los socialistas. 

Iglesias prometió, por un lado, revertir las políticas sociales y de austeridad llevadas a cabo por el Ejecutivo de Mariano Rajoy durante la crisis. «De eso va esta legislatura, de reparar las traiciones que han perpetrado», subrayó dirigiéndose a la bancada popular. Por otro, convertir a España «en un referente en justicia social».

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