Sergi Saladié: 'Salir de Europa no tiene que significar ningún trauma'

Entrevista al candidato de la CUP por Tarragona

19 mayo 2017 21:47 | Actualizado a 22 mayo 2017 13:02
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Sergi Saladié ha aparcado por un momento su tesis doctoral, la tiene a punto para entregar, y se ha enrolado en esta aventura, imbuido de un mensaje social y de un conocimiento hondo en temas que tienen que ver con el paisaje y la ordenación del territorio. Discurso sereno y dialogante. La campaña hace mella. Se sienta a tomar un café en la Rambla mientras nos ofrece una lección magistral de energías renovables.

Hoy arrancamos una serie de conversaciones con los candidatos (por orden inverso a la última representación parlamentaria de Tarragona) a pie por la ciudad, durante un sosegado paseo, con la intención de desgranar su ideario.

 

– Ustedes son independentistas pero no forman parte del ‘gran bloque’ del independentismo, ¿por qué?

– La CUP realizó su propuesta de lista civil, sin partidos políticos, porque la sociedad ha sido la que hasta ahora ha llevado todo el proceso, pero no se aceptó. También vemos que Junts pel Sí no acaba de ser suficientemente transparente en el camino hacia la independencia. Además, contamos con un programa social más claro y nítido que el del otro bloque, mucho más difuminado.

 

– Entiendo que entonces no darán su apoyo a Junts pel Sí a partir del 27 de septiembre. Todo el discurso anterior parecería mera parafernalia.

– No podemos avanzarnos a un escenario que todavía no se ha producido en un contexto plebiscitario. En todo lo que sea el camino a la independencia, sumaremos. Es lo que hemos hecho en los últimos cinco años. El Parlament está para eso, hablar, discutir y llegar a acuerdos puntuales.

 

– Ser o no ser europeo se está convirtiendo en el gran caballo de batalla de estas elecciones. A ustedes, sin embargo, no les preocupa demasiado.

– Si nos echan no pasa nada.

 

– No sé si los griegos dirían lo mismo.

– Nosotros como CUP pensamos que esta Unión Europea no nos conviene porque va en contra de la soberanía de los territorios, de los pueblos, de las economías locales y en definitiva de la calidad de vida.

 

– ¿Pero ese proyecto es viable en el mundo actual?

– Igual que un día se entró en Europa, también se puede salir. Tenemos ejemplos en nuestro entorno de estados que no forman parte de la Unión Europea y no son precisamente pobres: Suiza, Andorra o Inglaterra, que está a medio camino. No es una locura de cuatro descerebrados anticapitalistas y rupturistas, todo un gobierno como el británico se lo plantea seriamente. Salir de Europa no tiene que significar ningún trauma, al contrario, podría ser una oxigenación a ciertas políticas de austeridad que conducen a la miseria hasta que alguien, en algún momento, diga basta.

 

– Situémonos en el día 28, en una hipotética victoria independentista. Mientras se proclama la República Catalana, ¿qué hacen los catalanes que se encuentran en una situación límite?¿Esperar otra vez?

– Nos encontramos en una situación de miseria que no se puede posponer, con independencia de la cuestión soberana. Entendemos que el proceso soberanista es el que permite resolver algunos problemas. Esta coyuntura nace en parte cuando se recorta el Estatut, que pretendía avanzar hacia la conquista de mayores derechos sociales, lo que nos dejó ligados a un sistema financiero marcado por el estado y con menos recursos. Al fin y al cabo, la gente que sale a la calle lo que quiere es vivir mejor y la sociedad ha entendido que con la independencia tendremos más herramientas de autogestión. Aun así pretendemos formular un plan de choque de emergencia social desde el minuto cero, modificando el artículo 135 de la Constitución que dice que lo primero es pagar la deuda. Difícilmente construiremos la independencia con un 20% de gente en el paro, un 50% de paro juvenil o un 13% de pobreza energética, por dar sólo tres datos. Sabemos que la acción es urgente y prioritaria.

 

– ¿Y se puede construir un futuro país con una masa considerable de catalanes en contra?

– Cada uno tiene derecho a sentir lo que quiera. Pensamos que los catalanes que ahora tienen reticencias, en el momento en el que el proceso se ponga en marcha y vean cómo mejora su calidad de vida también querrán participar y decidir cómo quieren que sea la futura República Catalana. La mayoría de la gente es demócrata, respetarán los resultados de la mayoría, como nosotros mismos lo haremos si no ganamos, y se sumarán.

 

– Por ir acercándonos a lo que más nos toca, ¿qué representaría para Tarragona un gobierno de la CUP o en el que participe la CUP?

– Nosotros somos una expresión de todos los movimientos que han aparecido a nivel social en los últimos años. El territorio tiene que esperar lo que el propio territorio pida. Nosotros llevaremos su voz al Parlament y a la vez sacaremos el Parlament a la calle para explicar todo lo que allí dentro ocurre.

 

– A pesar de todo, la ciudad tiene previstos unos Juegos del Mediterráneo y no parece que ustedes estén muy por la labor.

– Hoy en día, apostar por unos Juegos así es malbaratar unos recursos públicos que pueden ir destinados a medidas de urgencia social. Tarragona ya tiene un buen posicionamiento sin necesidad de los Juegos. Almería los acogió hace unos años y tampoco ha experimentado un crecimiento espectacular desde entonces.

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