Tarragona, de mal en peor en la Lista Roja del Patrimonio

La reciente incorporación de una masía del siglo XIX en Constantí, que tiene pinturas atribuidas a Fortuny, se suma a las de la Tabacalera, el preventorio de la Savinosa y la encomienda de Selma

06 julio 2019 16:40 | Actualizado a 06 julio 2019 19:20
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La maleza rodeando la entrada. La puerta tirada en el suelo. Alpargatas junto a botes de cristal de legumbres, una botella de cava y latas de cervezas. Cajas de cartuchos. Un neumático. Vigas caídas. Cascotes. Ramas que se introducen como garras por las ventanas. Un bidón de gasolina. El techo derrumbado. Paredes quemadas. Y, sobre todo, unas pinturas que representan sabios griegos y escenas egipcias estropeadas por la humedad y las innumerables grietas.

Es el tristísimo estado de Mas Barber, una pequeña masía situada en el término municipal de Constantí, muy cerca del polígono industrial y a un centenar de metros de la valla que delimita el perímetro del aeropuerto.

Desde el segundo piso, al que se accede por una resbaladiza escalera, se observa despegar a los aviones. Su estridente ruido rompe el relajante piar de los pájaros y las quejumbrosas pisadas sobre el suelo inundado de polvo.

Mas Barber es la última incorporación tarraconense a la Lista Roja del Patrimonio, impulsada por Hispania Nostra, una entidad nacida en 1976 y que vela por la correcta conservación del patrimonio histórico (ya sea industrial, arqueológico, religioso, civil o militar) como por el natural.

La asociación elabora la mencionada Lista Roja, donde se enumeran 736 edificios y 16 parajes que corren peligro. También la Lista Negra, del patrimonio ya extinto, y la Lista Verde, con edificios que han sido recuperados. Son 156, entre ellos el castillo de Vallmoll, que ha sido restaurado por la Administración.

Tarragona va de mal en peor. La masía de Constantí entró en la Lista Roja el pasado 21 de junio. El 20 de noviembre de 2018 fue incorporada la Tabacalera y, diez días después, el preventorio de la Savinosa. Los planes de futuro de los inmuebles son, de momento, solo eso: planes sin fecha concreta y los edificios continúan deteriorándose. Desde el 16 de diciembre de 2007, ya estaba la encomienda de Selma, un antigua ubicación templaria junto al Pla de Manlleu (Alt Camp).

No todo es negativo. Aparte de la restauración del castillo de Vallmoll, el Ayuntamiento de Tarragona recibió en 2012 el premio Hispania Nostra a las buenas prácticas por la rehabilitación del entorno del Pont del Diable. Eran otros tiempos.

Al año siguiente, el premio fue a parar a la comarca del Sénia por la lucha por los olivos milenarios. «Antes de la actuación, estos olivos se enfrentaban al peligro de su sustitución por plantaciones de cítricos u otras especies de crecimiento más rápido, sin que faltaran casos de arrancamiento y venta para el ornato de jardines», explicaba el jurado del premio. Los olivos vuelven a estar en peligro. La historia se repite.

¿Cómo funciona la Lista Roja? Personas interesadas por el patrimonio denuncian el estado de los edificios a la entidad y un comité de expertos decide si lo incluye. El objetivo de la Lista Roja es, según explica la coordinadora general de Hispania Nostra, Bárbara Cordero, «sensibilizar y concienciar. Es una herramienta que nos conecta con la sociedad civil. Con todo aquel que ama su patrimonio: el retablo de la iglesia de su pueblo, el puente romano que existe en su localidad... En definitiva, los informantes son personas que se convierten en los mejores custodios del patrimonio».

La leyenda de Fortuny

Mas Barber fue una masía importante. Cuenta con planta baja, dos pisos y un pequeño sótano. En total una decena de habitaciones, ahora a cual en peor estado.

Lo que hace especial a Mas Barber son las pinturas al fresco en las paredes del salón. La leyenda las atribuye al pintor reusense Marià Fortuny, que era amigo de los dueños del mas y de joven acudía a la finca a pasar las fiestas. En los ratos libres, se dedicó a pintar las paredes del salón. El origen de la leyenda es un sabio local, Ramon Amigó, que recogió lo que se rumoreaba entre las personas mayores de Constantí.

La leyenda fue asumida por la Diputació de Tarragona y la Generalitat de Catalunya. En la web de ambas instituciones, se lee «el interior de la casa, a pesar del mal estado de conservación, conserva pinturas al fresco de diferentes sabios griegos, que se atribuyen al artista reusense Marià Fortuny». Mas Barber forma parte de la lista de Béns Culturals d’Interès Local.

El responsable del Arxiu Municipal de Constantí, Josep Estivill, cuenta, sin embargo, otra historia en un interesante artículo titulado ‘Art i paisatge’ en la revista ‘Rutes de Constantí’: «Delante de la duda de si los retratos eran o no de Fortuny, hace años unos peritos de una empresa de tasación de obras artísticas fueron a Reus para autentificar posibles obras del artista que tenían unas familias de Reus. Aprovechando el viaje, quisieron ver las pinturas de Mas Barber. En la visita les acompañaron personal del Museu de Reus y el historiador Josep M. Sabaté i Sans. Como no aclararon nada (in situ), les dejaron unas diapositivas que habían hecho de las pinturas para que se las mirasen con calma».

Sigue Estivill: «Pasaron los meses y los expertos no decían nada. Al cabo de casi un año, Sabaté preguntó a la empresa si sabía algo. Le dijeron que fuera personalmente a recoger las diapositivas a la empresa, que estaba en Barcelona, en la calle Portaferrissa. Le devolvieron las diapositivas, acompañadas de un lacónico comentario: ‘no son de Fortuny’».

Sean o no de Fortuny, lo cierto es que las pinturas son interesantes y reflejan la importancia de Mas Barber, que se demuestra también en que una de las habitaciones del segundo piso cuenta con un excusado. Hoy en día no se concibe una casa sin baño, pero en el siglo XIX era casi un lujo.

Una botella de vino tinto. Cartones de leche. Trozos de cristal. Tuberías de plástico. Piedras. Un somier oxidado. Maderas podridas. Vigas en precario equilibrio. Sacos de arpillera podridos. La mugre se enseñorea de Mas Barber, de titularidad privada.

El edificio de Constantí es un ejemplo del escaso interés por el patrimonio histórico. Tarragona cuenta con 400 Béns Culturals d’Interès Nacional (una categoría ‘superior’ a la de los Béns Culturals d’Interès Local). Más de la mitad está en ruinas y sin perspectivas de que restauren o se frene su decadencia. Vergonzoso.

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