Actuar para detener la pandemia

Algo muy importante está fallando para que los casos se disparen sin que los gobiernos afectados se pongan de acuerdo en las medidas que han de aplicarse

21 enero 2021 09:20 | Actualizado a 09 marzo 2021 19:56
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De forma sorpresiva ante el alarmante repunte de contagios y muertes, el Gobierno se negó a adelantar la hora del toque de queda. El incremento de contagios durante esta más que anunciada tercera ola y la situación crítica en la que se encuentran las UCI en distintas comunidades parecen razón suficiente para que el Gobierno central y los ejecutivos territoriales resuelvan introducir más restricciones con urgencia, tal como llevan tiempo pidiendo los expertos en epidemias y los médicos. Máxime cuando ninguna Administración está ya en condiciones de asegurar que las medidas adoptadas tras la Navidad para corregir la relajación festiva podrán doblegar por sí solas la curva epidémica. Varias autonomías han requerido el confinamiento domiciliario para atajar la tercera ola o han abogado por una solución intermedia con el adelanto del toque de queda hasta las 18 o las 20 horas. Unas posibilidades ante las que el Ministerio de Sanidad ha mostrado hasta ahora una cerrazón inexplicable al insistir en que las medidas vigentes son suficientes, pese a que la realidad, siempre tozuda, se empeña en demostrar lo contrario.

Algo muy importante está fallando para que los casos se disparen sin que los gobiernos afectados se pongan de acuerdo en las medidas que han de aplicarse. Es cierto que las comunidades tienen la potestad de regular el horario de los establecimientos públicos y sus aforos hasta el punto de reducir los incentivos que encuentran los ciudadanos para salir de casa al anochecer. Pero aunque sea necesario preservar tiempos y espacios de asueto para que las personas y las familias puedan disfrutar de la libertad fuera de sus hogares, algo más habrá que hacer para frenar la expansión del virus y sus dramáticas consecuencias. Porque no sería aceptable aplicar tarde las medidas que hoy se piden para contener la evolución de los contagios y la presión hospitalaria, sin llegar tampoco, por ello, a ‘salvar’ la actividad económica. Esta es la lección más importante que se extrae de la primera y de la segunda ola. ¿Hemos aprendido algo?

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