Enhorabuena a mis amigos independentistas, que son muchos. Para ellos ayer fue un día de alegría. Por mi parte me siento cercano a los que hoy se encuentran tristes y preocupados.
Después de 30 años de franquismo y 40 de democracia, con restablecimiento de la Generalitat, no pensaba que me tocaría vivir esta nueva etapa de incertidumbre.
Una serie de actuaciones torpes del Gobierno han sido aprovechadas, con astucia y a veces con engaño, para la proclamación de la República en nombre de una mayoría popular que nunca ha sido validada en las urnas.
Mirando al futuro deseo paz entre nosotros y con otros pueblos de España. Pensando en ellos, perdonarán que repita lo que escribí el 11 de septiembre de 2012: no me causa especial ilusión convertir a mis hermanos en vecinos.