Con Uranga en el recuerdo

El viernes todo el mundo habló del Brexit, y el domingo lo hizo de las elecciones españolas, pero en medio, el sábado, murió José Javier Uranga, el mítico director de Diario de Navarra, mi antiguo profesor de Periodismo, una persona inolvidable.

Pedro J. Ramírez, que también fue alumno suyo, ha recordado en el diario digital El Español el día que pudo ser el último de su vida, cuanto ETA atentó contra él en el aparcamiento del periódico: «No le gustaba hablar de aquel 22 de agosto de 1980. Pocas veces contó cómo, a las 16.40, el etarra Pedro María Gorospe sacó el fusil de ‘una especie de anorak’ y abrió fuego contra él, alcanzándole de pleno aquella ráfaga en el vientre y en las piernas. Y tampoco ofrecía detalles de Mercedes Galdós, la compinche del primero, que se le acercó cuando estaba maltrecho sobre el asfalto y le disparó en varias ocasiones con su pistola. Una de aquellas balas pretendía ser la definitiva: le entró por el rostro, debajo del ojo, y le atravesó la mandíbula. Tras aquellos 25 disparos, los terroristas creían que habían dado muerte al periodista y huyeron a bordo de un Dyane 6».

Después de un año hospitalizado, José Javier Uranga se fue recuperando y retomó la dirección del Diario de Navarra. Incluso volvió a escribir la columna que determinó que los fascistas de ETA adoptaran la decisión de acabar con su vida. Fue director hasta 1990.

Junto al sentimiento de tristeza, me pregunto: ¿qué escribiría hoy Uranga en su columna después de conocer los resultados electorales? Miraría lo sucedido con cierta distancia. Los políticos pasan, como pasan los peregrinos del Camino de Santiago por la calle mayor de Puente la Reina, sin saber que en una casa de esta calle vivía el periodista fallecido.

Los pactos necesarios

Me atrevo a decir que Uranga pediría responsabilidad para los pactos necesarios. Alguien que tuvo cuatro expedientes administrativos en el franquismo, que casi dio su vida en la Transición, sólo podría hoy lamentar la baja participación y pedir estabilidad. Una tesis doctoral sobre él, que ha analizado miles de artículos suyos, señala que era un liberal-conservador, un admirador de Suárez y de González, alguien que consideraba a Zapatero el peor presidente.

Si tuviera oportunidad de tomar un café con él, como el último que recuerdo, a continuación va lo que le diría yo, sometiendo mi criterio a su juicio:

1.- Ha ganado claramente las elecciones el PP de Rajoy, que ha recogido votos de Ciudadanos, que se ha estrellado. Y quienes se asustaron con el Brexit no han querido experimentos.

2.- El PSOE ha resistido el embate de Podemos, y en Catalunya el independentismo ha mostrado su solidez.

3.- La baja participación muestra cansancio. Unas terceras elecciones no son admisibles.

4.- La decisión está en manos del PSOE. La mejor salida sería la gran coalición PP-PSOE, y la solución más posible es que el PP forme gobierno gracias a la abstención socialista. Pero no será fácil.

Se pedirá la cabeza de Rajoy, pero, ¿quién le pone el cascabel al gato si ha ganado rotundamente las elecciones y subido en escaños?