Crueldad sin límites

30 agosto 2021 09:26 | Actualizado a 30 agosto 2021 09:29
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Escribo este artículo con el corazón encogido y con la esperanza y el deseo de que cuando vea la luz y usted lo lea el protagonista haya sido detenido y pague la atrocidad que ha cometido, aunque la verdad es que no se me ocurre un castigo a la altura de un crimen tan cruel. Sí, hablo de Martín Ezequiel Álvarez, el hombre que supuestamente asesinó a su hijo de dos años en un hotel de Barcelona para vengarse de la madre del niño, que hacía unos días había roto la relación sentimental con el que hoy es el fugitivo más buscado de España.

Uno no se explica qué puede pasar por la cabeza de un hombre para matar a sangre fría a su propio hijo, una criatura inocente de dos años. En ese intento de buscar lo que no existe, o sea, una razón que explique semejante sinsentido, uno podría llegar a pensar que se pudo tratar de un arrebato, de un momento de enajenación en el que el hombre hubiera perdido la cabeza. Pero no.

El presunto homicida no solo preparó a conciencia el asesinato del pequeño, sino que además huyó del lugar del crimen sabiendo los pasos que tenía que dar para emprender la fuga sin riesgo a ser detenido. Llevaba su pasaporte encima, tenía dinero y apagó el teléfono móvil –el mismo que utilizó para enviar un macabro mensaje a su expareja: «Te dejo en el hotel lo que te mereces»– para no dejar ningún rastro que facilitara su arresto.

O sea, que mató a su hijo con alevosía y premeditación y no parece muy arrepentido. Hay que ser muy mala persona para hacer algo así y huir. No me imagino cómo alguien puede vivir consigo mismo después de eso.

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