Doctor Simón

No es conveniente convertir a un funcionario en estrella, es más puede ser contraproducente tanto para el propio funcionario como para la audiencia, si no está preparado, que no tiene porque estarlo, para la exposición pública

01 junio 2020 17:39 | Actualizado a 02 junio 2020 10:21
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No es conveniente convertir a un funcionario en estrella, es más puede ser contraproducente tanto para el propio funcionario como para la audiencia, si no está preparado, que no tiene porque estarlo, para la exposición pública.

La relación de los políticos con los funcionarios en cuanto a los medios de difusión puede ser de dos tipos. La sensata, lógica y la más correcta es la de dejar que los funcionarios hagan su labor sin actuar en nombre de instituciones y en relación con los medios de difusión. Y la segunda que es la más impropia y además la que parece una mala praxis por parte de los políticos, que consiste en escoger a funcionarios para que se relacionen con los medios, sobre todo si las noticias son negativas y con previsión de que lo sean largo tiempo.

Durante esta ya trágica pandemia ha nacido una estrella y curiosamente y sorprendentemente es un funcionario, el doctor Simón. Y probablemente no de forma totalmente voluntaria sino que empujado por los políticos, lo mismo que los uniformados que al principio le acompañaban, políticos que no entienden, no saben o no quieren entender ni saber que los funcionarios están al servicio, en este caso del Estado,y no de un gobierno, sin perjuicio de que deban ejecutar las decisiones del gobierno con neutralidad, excelencia y también con las advertencias precisas si son necesarias.

Y el doctor Simón ya hace meses que forma parte de nuestro paisaje tanto urbano como rural. De estética adecuada y como para no molestar, con unas camisas, pantalones y cazadoras grises o beige indefinido con algún azul celeste e incluso una elegante camisa negra en días de luto oficial. Y ahora ya en primavera-verano introduciendo alguna camisa de manga corta pero blanca y probablemente de algodón. El doctor Simón nos está hablando desde Madrid, pero nos podría estar hablando desde la  sabana de Kenia, donde podría estar rodando una escena de interiores para Memorias de África.

Con un cabello que de manera sorprendente no le ha crecido durante el confinamiento y organizado de manera que es muy difícil despeinarse, al doctor Simón si en vez de la cazadora beige o la camisa blanca de algodón, le colocas un chaqué y le das una batuta te puede dirigir perfectamente la Orquestra Filarmónica de Berlín. Pero eso sí, interpretando el Réquiem de Mozart.

El doctor Simón es un funcionario multiuso en el buen sentido de la palabra. Es educado, correcto y no se altera nunca. En realidad tendría motivos para alterarse como veremos más tarde pero él no lo hace. Es decir, pone la misma cara y utiliza el mismo tono tanto si anuncia que el día anterior se han producido casi mil muertos, como si anuncia cuarenta. Un anterior presidente del gobierno dijo que cuando cesara se convertiría en contador de nubes. Al doctor Simón le han convertido, estando en activo, en contador de muertos y esto le enaltece, porque no todo el mundo quisiera hacerlo. Pero él como servidor del Estado cumple.

El doctor Simón pone la misma cara y utiliza el mismo tono tanto si anuncia que el día anterior se han producido casi mil muertos que si anuncia cuarenta

El doctor Simón no se inmuta ante las críticas que recibe de algunas comunidades autónomas por si se pasa o no de fase. Que difícil es  todo esto, sobretodo memorizar lo que se puede hacer en cada caso. Por ejemplo las discusiones con Madrid y Andalucía. O con Catalunya aquí por como contar a los muertos, qué cosas.

Cuando en la TVE en blanco y negro y con un único canal, salía a la hora de la cena cada día un anuncio institucional con cuatro o cinco niñas y niños cogidos de la mano y en dibujos animados, de mayor a menor edad, el último era un bebé con chupete y cantando decían. «Vamos a la cama que hay que descansar para que mañana podamos madrugar». Y todos los niños y niñas de España de menos edad disciplinadamente se iban a la cama. Pues a este articulista y a estas alturas vitales ahora le pasa lo mismo pero con el doctor Simón: soy incapaz de irme a la cama y mucho menos dormirme sin haberle oído y visto. Las nanas lorquianas del Doctor Simón cada noche son impagables y sirven simultáneamente y esto es lo más grande en un funcionario, tanto para dar el pésame como para dar esperanza.

El doctor Simón es una joya para cualquier jefe político o administrativo porque lo colocas a finales del siglo XIX y buena parte del siglo XX detrás de una ventanilla pública y le dices que vaya diciendo a todas las ciudadanas y ciudadanos que vuelvan mañana y todos y todas marcharían contentos pidiendo casi disculpas y dándole las gracias. Y en su casa comentarían además que «señor más discreto y educado».

Pero el doctor Simón tiene un problema con los muertos. Porque cuando España estaba a punto de llegar peligrosamente a los treinta mil, de repente quitó hace pocos días, dos mil de golpe, que son muchos. Y cuando la tropa, que somos nosotros, aun que ahora ya no salen con él los uniformados, nos empezábamos a mosquear, a los dos días nos dijo que el día anterior sólo cuarenta fallecidos, pero que añadía doscientos más de días pasados. Esto sí que es un golpe de efecto magistral. Y todo siempre dicho con suavidad, naturalidad y sin alterarse.

Estos días esta circulando por las redes un chiste gráfico donde se ve al doctor Simón en una clase de alumnos de primaria, es sabido por otra parte su gran versatilidad, y pregunta si algún alumno  no ha entendido alguna cosa y levanta la mano un niño. Y el doctor ,siempre amable, le pregunta: ¿qué no has entendido Manolito? Y el tal Manolito le contesta: «Desde marzo hasta ahora nada».

 

PONÇ MASCARÓ FORCADA. Doctor en Derecho, Ponç Mascaró trabajó durante más de treinta años en el Ayuntamiento de Tarragona, donde fue secretario general con los tres primeros alcaldes de la democracia. Ha recibido numerosos reconocimientos por su labor.

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