El inútil ultimátum de Torra a Sánchez

No se adivinan los motivos que llevan al president a lanzar una amenaza que no conduce a ninguna parte

 

03 octubre 2018 18:14 | Actualizado a 03 octubre 2018 18:18
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La vuelta a la actividad de Parlament de Catalunya no podía ser más descorazonadora. El discurso del president Quim Torra lanzando un ultimátum al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no propicia el clima de diálogo necesario en estos momentos. Torra, sin ningún sentido de la realidad, ha exigido a Sánchez una oferta en firme para que los catalanes puedan ejercer el «derecho a la autodeterminación». Y ha puesto una fecha límite: antes de un mes. En caso contrario no podrá garantizar «ningún tipo de estabilidad» al actual Gobierno socialista. Torra sabe que Sánchez ni quiere ni puede adoptar un compromiso de tal naturaleza, por lo que el ultimátum del president de la Generalitat no merece ni el calificativo de farol. Es sencilla y llanamente una sandez que no conduce a ninguna parte. El Gobierno no ha tardado ni cinco minutos en responder a la bravuconada de Torra. «El presidente de la Generalitat no tiene que esperar a noviembre. La respuesta es autogobierno y no independencia. La propuesta es convivencia y no independencia», ha dicho el Ejecutivo a través de su portavoz Isabel Celaá. Pese al elevado tono desafiante de Torra, el Gobierno de Sánchez ha vuelto a rechazar la aplicación del 155 como nuevamente reclaman tanto el PP como Ciudadanos. «El Gobierno no va a aplicar el 155 mientras no haya razones evidentes para aplicarlo, una cuestión que no se ha producido», ha dicho Celaá, pero si todavía no se ha producido estamos rozando los límites. Los incidentes registrados en Barcelona sobre todo el final de la jornada del 1 de octubre han disparado todas las alarmas. El procés que siempre ha presumido de pacífico ha comenzado a contaminarse de violencia callejera. Por mucho que se insista en que las acciones violentas son fruto de grupos incontrolados que nada tienen que ver con los Comités de Defensa de la República y mucho menos con los partidos independentistas, lo cierto es que Catalunya está proyectando una imagen de inseguridad tremenda. Y los primeros responsables son lo políticos que alientan el clima de tensión.

 

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