El miedo que tengo ahora mismo

El miedo que tengo ahora mismo es que nos volvamos un país malhumorado. Será la sexta ola de la pandemia. Será Vox, heredero de Falange Española de la FET y de las JONS

27 julio 2021 08:39 | Actualizado a 27 julio 2021 08:46
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¡Hola vecinos! El nuestro ha sido, hasta en las peores circunstancias, un país buenhumorado.  Durante la guerra entre leales a la República y sublevados (esa guerra que ciertos petostes de la caverna quieren ahora disimular) los madrileños, asediados por la morisma de Ait Ba Amaran, llamaban alegremente «El churrero» al avión faccioso que les bombardeaba al amanecer.  El puto «churrero» amargó el desayuno a la castigada población de Madrid, pero el gracejo castizo palpitaba entre las ruinas.

Sobre las tres de la tarde aparecían en los cielos de la capital -abandonada por el gobierno huido a escape a Valencia- tres trimotores panzudos y negros, que dejaban caer bombas durante unas dos horas. Fueron «Las tres viudas».  La larga ‘visita’ de «Las tres viudas» hizo la cotidianeidad muy desagradable en los madriles.  

En los meses finales de la sangrienta batalla por Madrid, allá a las cinco de la tarde los cañones de largo alcance de Franco remataban lo poco que iba quedando en pie de la ciudad. Los sitiados bautizaron la lluvia de obuses como: «El té de las cinco». 

Quienes defendieron el golpe de estado y su consiguiente masacre lucían un particular sentido del humor. En la última Nochevieja antes de la entrada en Madrid, a las 00.00 h, lanzaron doce pepinazos seguidos y contados contra el reloj de Gobernación y su entorno. Las campanadas, vaya. En la plaza solo se encontraban seis reporteros que habían ido a contrastar anteriores Nocheviejas con esta, y que tuvieron que salir por patas para que no les cayera una franquista ‘uva’ cabrona en la cabeza. 

Los bulos, las bromas, lo que ahora definimos como fakes, ‘memes’, se celebraban con muestras de humor. Los sublevados difundieron el bulo de haber conquistado las localidades de Humera y Pozuelo. Periodistas adscritos al cuartel general de los nacionales se dirigen a Usera y, en el primer control, proclaman:

-Venimos de Zaragoza y somos de Heraldo de Aragón, periódico al servicio de España y el Caudillo.  ¡Arriba España!

El control era de las milicias rojas. La conquista por los facciosos, una fake. Más falsa que Judas. El grupo, con Manuel Casanova director de Heraldo incluido, fue detenido y llevado a una prisión a pasar unos meses a la sombra hasta que los liberaron en un intercambio de prisioneros. Peor se lo tomaron un poco antes los fascistas. Una joven periodista ‘roja’, Lina Ódena, se presentó en automóvil en Granada. Supuestamente el ejército republicano habría reconquistado la ciudad andaluza. Y no. Allí seguían los otros. Y los otros la fusilaron, porque tenían un sentido del humor digamos que raro, negro, cruel.

Mi héroe del humor hasta el final es el dramaturgo Pedro Muñoz Seca, autor de La venganza de Don Mendo. Lo asesinaron en Paracuellos por monárquico, católico y de derechas. Cuando lo iban a fusilar, don Pedro, precursor del teatro del absurdo, quiso protagonizar su última escena. Y declamó: «Me podréis quitar la libertad, me podréis quitar la hacienda, me podréis quitar la vida. Pero nunca me podréis quitar… -y aquí se hizo un silencio durante el que todos se preguntaban qué se les olvidaba quitarle- …es el miedo que tengo ahora mismo». Un figura.

El miedo que tengo ahora mismo es que nos volvamos un país malhumorado. Será la sexta ola de la pandemia. Será Vox, heredero de Falange Española de la FET y de las JONS. Será Pablo Casado, alienado y alineado con el búnker. Serán las eléctricas. Será la homofobia, la violencia de género, la involución de la Justicia, el secuestro de los órganos constitucionales, la crispación, el insulto. La falta de reconciliación, en fin, entre unos y otros. O será todo. Y, cuando es todo, solo nos queda salvar el culo como seres humanos con una miajita todavía de dignidad: con cortesía y buen humor. Educadamente.

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