El perro del hortelano

La imagen de ese supercarguero lleno hasta la bandera de contenedores y atrancado en el canal de Suez se convierte en una poderosa metáfora de nuestro tiempo. Esa enorme nave que no va, y que impide a otras el paso, nos recuerda a nuestro perro del hortelano, aquel que ni comía ni dejaba comer, y sirve para ilustrar lo que pasa en estos lares nuestros. No importa que los empresarios y los trabajadores pidan la formación de un gobierno fuerte y estable cuanto antes; no importa que cientos de planes y proyectos dependan de lo que suceda con el Govern de la Generalitat; no importa que estemos atravesando una de las mayores y más graves crisis –sanitaria, económica, social, anímica…– de los últimos tiempos… No, nada de eso es importante al lado de los intereses partidistas, los egos personales, las ansias de poder y los repartos de cargos.

Con los resultados de las elecciones en la mano, parecería que sería fácil el entendimiento entre independentistas para formar un Govern que sería en gran medida una repetición de lo que ya teníamos –con cambios en algunos puestos, pues ERC asumirá la presidencia–, pero ya vemos que no es así. Y es que todo hace pensar que el desencuentro no era solo con Madrid; ni siquiera solo entre catalanes; existe también –y no parece pequeño– entre los independentistas. Así las cosas, veremos hacia dónde nos lleva este barco. Aunque antes que nada habrá que desencallarlo; algo que no parece ‘tan sencillo’ como ha resultado la odisea del mercante atrapado en el canal de Suez. De momento, ya llevamos más días embarrancados que aquel buque, que por fin se ha movido y ha permitido el movimiento a los demás.