Esclavas en pleno siglo XXI

Mujeres obligadas a ejercer la prostitución bajo amenazas, hacinadas y drogadas

30 diciembre 2019 09:31 | Actualizado a 30 diciembre 2019 09:37
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Un hombre se mete en un portal, llama al timbre de un piso, entra, escoge a una chica y paga. Unos minutos más tarde sale de la casa, quizá satisfecho, sin querer saber nada de lo que deja dentro. A pesar de lo que deja dentro es aterrador. Drogadas para aguantar más, hacinadas en un piso donde ni siquiera tienen sitio para dormir, amenazadas una y otra vez, a veces con el cañón de armas de fuego rozando sus caras, resignadas, aturdidas, esperando a que vuelva a sonar el timbre y a otro hombre que también se irá sin importarle lo que deja dentro. Veinticuatro horas al día, siete días a la semana, sin descanso.

Así era la vida de nueve esclavas sexuales colombianas y venezolanas que liberó la Guardia Civil en un piso. Esta vez la escena ocurrió en Barakaldo, pero bien pudo suceder en Tarragona. O en Reus. O en Salou. O en Cambrils…

España es uno de los países con mayor consumo de prostitución del mundo, el tercero, según la ONU, que asegura también que un 39% de los españoles ha pagado alguna vez por sexo. También somos uno de los principales destinos de tráfico de mujeres del mundo, el segundo negocio ilegal más lucrativo del mundo –mueve 32.000 millones de dólares anuales–, por detrás del tráfico de armas y por delante del de drogas. ¿Hasta cuándo seguiremos sin querer mirar lo que sucede dentro?

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