Muchos dirigentes políticos tienen un speechwriter, o un ‘negro’, en su uso más habitual, que les hacen discursos. Trabajan en la sombra para no restarles méritos.
En España es conocido Fernando Ónega, contratado por Suárez, redactor del «Puedo prometer y prometo…». En Francia trascendió el nombre de uno que escribían para De Gaulle porque luego se convirtió en presidente: George Pompidou.
En Estados Unidos, Ted Sorensen y Arthur Schlesinger pusieron en boca de Kennedy palabras inolvidables: «No te preguntes qué puede hacer tu país por ti…», o el «Yo también soy berlinés». Franklin D. Roosevelt tuvo como ‘negro’ a Orson Welles, que abandonó a su esposa Rita Hayworth, que estaba en estado, para ayudarle en la recta final de la campaña presidencial.