Freno a la vacuna

A todos nos gustaría que la vacuna llegue cuanto antes, pero lo que está en juego es la salud de millones de personas

10 septiembre 2020 09:10 | Actualizado a 10 septiembre 2020 09:29
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Nuestro gozo en un pozo. Apenas dos días después de que los gobiernos central y de Catalunya anunciaran que en diciembre dispondrían de cientos de miles de dosis de la vacuna contra el coronavirus desarrollada por AstraZeneca y la Universidad de Oxford, la farmacéutica británica anunciaba ayer que interrumpe los ensayos clínicos tras detectar «una enfermedad potencialmente sin explicación» en uno de los voluntarios que ha recibido la inyección. La noticia supone, qué duda cabe, un enorme golpe moral, toda vez que la vuelta a algo parecido a la normalidad pasa inexorablemente por el hallazgo de una vacuna o un remedio eficaz contra este bicho que tanto daño nos está haciendo. Sí, es un palo. Pero, si lo miramos mejor, la medida anunciada representa también una garantía de que las cosas se están haciendo bien. La ciencia no es lineal y tiene sus tiempos. Sería un grave error buscar atajos por presiones económicas o políticas –Trump ha prometido que habrá una vacuna antes de las elecciones estadounidenses, en noviembre–. A todos nos gustaría que la vacuna llegue cuanto antes, pero lo que está en juego es la salud de millones de personas. Así, pues, bienvenida sea la paralización de los ensayos si algo no va bien. No me atrevo siquiera a imaginar qué pasaría si se empieza a poner la vacuna a miles de personas sin tener la garantía no solo de que les protegerá del virus, sino también de que no les provocará otros males. Seguiremos esperando la vacuna y, entre tanto, cumpliendo las recomendaciones de llevar mascarilla, extremar la higiene y mantener la distancia, hoy por hoy las únicas medidas válidas para frenar los contagios.

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