IU masticada por Podemos

La liquidación de IU se produce después de las encuestas que penalizaban a Podemos

19 mayo 2017 19:20 | Actualizado a 21 mayo 2017 17:19
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La masticación a la que Podemos ha sometido a IU se topa con dos tropezones duros de roer, el dirigente de Asturias y antiguo coordinador general, Gaspar Llamazares, y el alcalde de Zamora, Francisco Guarido. Son los más visibles, pero no los únicos que se niegan en redondo a esta liquidación de Izquierda Unida a la que se ha prestado como un pánfilo Alberto Garzón. Llamazares se acoge ahora al centralismo democrático y hace como que acata el acuerdo, pero es evidente que esta lista no es su lista.

Se quejan los IU contrarios a la dilución, de que la dirección de Podemos les ha aplicado la ley D’Hont a la hora de incluirles en los puestos de salida. No sólo porque les ha ofrecido escaños que no se han obtenido en las últimas elecciones, sobre todo porque si la proporción debería ser cuatro a uno, según los resultados electorales del pasado diciembre, lo que se les han impuesto es un seis a uno.

Están aún vivas, sobre todo en Madrid, las heridas que provocó el intento de reventar a IU protagonizado por Tania Sánchez, aquella que dijo unas veinte veces que no se iría a Podemos jamás de los jamases «y punto, y punto», la que luego se llevó a todos los que pudo a la lista de Pablo Manuel.

La liquidación de IU se produce después de las encuestas que penalizaban a Podemos por su gestión tras las elecciones de diciembre. Aquella rueda de prensa en la que Pablo se pidió la vicepresidencia, la justicia, el ejército, la economía. y un tren de chalets en el cielo, mientras le daba un cachete en la mejilla al secretario del partido socialista al que quería, y quiere, fagocitar.

Esa caída electoral, unida a las discrepancias con los grupos con los que acudía coaligado en Cataluña o Valencia, y a la recuperación del voto de IU, ha llevado a los dirigentes de Podemos al asalto terrenal de los cenizos. Los de Llamazares y Cayo Lara ya no se ven como un cenáculo de gruñones, aburridos y amargados, que merecen cocerse en su salsa de banderas rojas, que todo eso y más les ha llamado Pablo. Ahora son abrazables de toda la vida.

Iglesias, que tenía dicho que eso de la izquierda y la derecha era un juego de trileros, que aquí lo que molaba para alcanzar el poder era la dialéctica transversal de los de arriba y los de abajo, se ha puesto la capa de la izquierda histórica y se dispone a perdonar la vida a todo aquel que se atreva a denunciar el cambiazo.

Se quejan los de IU reacios a la liquidación por cese, del escaso apoyo de la militancia a la operación, menos del 30% han votado. Esa enorme abstención, sería un aviso del posible resultado electoral. Los socialistas pueden ahora tratar de ocupar el espacio de izquierda templada, del centro-izquierda en el que obtuvieron sus mejores resultados.

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