La Ley Seca cumple 100 años. El ejemplo de por qué prohibir no es la solución

Los historiadores hoy consideran esa ley un fracaso porqueno solo no evitó el consumo de alcohol, sino que contribuyó asu generalización, venta ilegal y el auge del crimen organizado

20 enero 2020 10:20 | Actualizado a 20 enero 2020 11:04
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Se cumplen cien años desde que el Congreso de Estados Unidos aprobó la Ley Volstead, más conocida como la Ley Seca o Prohibition, en inglés. El Congreso, influido por una puritana sociedad de finales del siglo diecinueve y principios del veinte, prohibió la fabricación, venta e importación de bebidas alcohólicas el 17 de enero de 1920. El alcohol era acusado de todos los males en una sociedad que se vigilaba a si misma en aras de una templanza mal entendida que debía impregnarlo todo.

Contrario a lo buscado, el Congreso no solo no evitó el consumo de alcohol con esa ley, sino que contribuyó a la generalización de su consumo, la venta ilegal –sin control sanitario– y el auge del crimen organizado.

Según el Museo de la mafia de Las Vegas, en una cita recogida por Quartz, «la Prohibition prácticamente creó el crimen organizado en Estados Unidos». Antes, las pandillas criminales solían ser matones callejeros que extorsionaban a las empresas locales y manejaban casas de apuestas y prostíbulos, pero con la restricción de venta de alcohol, los gángsters rápidamente tomaron el control de toda la cadena de suministro, cosechando enormes ganancias que les permitieron consolidar el poder y su organización. Gángsteres como Al Capone pudieron recaudar en esa época hasta 100 millones de dólares cada año gracias al negocio del alcohol ilegal. Solo en la ciudad de Nueva York, más de 1.000 personas fueron asesinadas por la violencia de la mafia durante la vigencia de la Ley Seca, una ciudad que tenía un estimado de entre 30.000 y 100.000 bares clandestinos, según el Departamento de Registros históricos de Nueva York.

Muchos países europeos también experimentaron con prohibiciones al mismo tiempo

La Ley Seca estuvo vigente hasta el 6 de diciembre de 1933, cuando Franklin D. Roosevelt legalizó la cerveza provocando la aclamación de muchedumbres frente a la Casa Blanca y otros lugares del país. Con su derogación, se terminó el robo de efectivo en impuestos no pagados, aunque –según el escritor y periodista Dave Roos– «los sofisticados esquemas comerciales del mercado negro y las tácticas de lavado de dinero del crimen organizado llegaron para quedarse» y las organizaciones criminales más grandes «cambiaron sus operaciones del alcohol a negocios secundarios como las drogas, el juego y la prostitución».

Estados Unidos no fue el único país que prohibió la venta de alcohol en algún momento de su historia. Muchos países europeos experimentaron con prohibiciones al mismo tiempo. Hoy en el mundo hay alrededor de una docena de países, todos mayoritariamente musulmanes, que tienen prohibiciones en todo su territorio, aunque algunos conceden excepciones para los no musulmanes. En Afganistán, por ejemplo, el parlamento aprobó leyes que permitían castigos estrictos para los locales que fueran sorprendidos consumiendo alcohol. Venderlo o beberlo puede resultar en una multa, encarcelamiento o incluso 60 latigazos de acuerdo con la Ley Sharia (aunque estas leyes solo apliquen a los nacionales porque el gobierno expide licencias para extranjeros).

Prohibir no es la solució porque quien quiere siempre encuentra la manera de lograr lo que busca

También existen restricciones parciales, como en Filipinas o algunas partes de América Latina donde no hay venta de alcohol durante jornadas electorales.

Hoy, los historiadores consideran la Ley Seca un fracaso, y muchos analistas ven esas restricciones como una ley en papel mojado. La principal lección que nos dejó en Estados Unidos, como también hoy en esos espacios temporales por motivos diversos, es que la norma legal que restringe el consumo de alcohol no impide su consumo.

Prohibir no es la solución porque quien quiere siempre encuentra la manera de conseguir lo que busca. Educación y regulación respetando la libertad individual es siempre un mejor camino para asegurar que algo que puede ser bueno, saludable y deseable para quien quiera, lo pueda consumir si hacer daño al otro.

* Periodista. Gustau Alegret es director de noticias en Estados Unidos de NTN24 y corresponsal de RAC1. También es experto en comunicación política y corporativa.

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