La N-340, de nuevo una carretera mortal

Tres personas murieron ayer al ser arrolladas por un camión en El Vendrell. El vehículo no debía estar circulando por la N-340

 

05 febrero 2018 20:13 | Actualizado a 22 febrero 2018 17:46
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Tarragona ha vivido un luctuoso fin de semanas en las carreteras de la demarcación. El sábado fallecieron dos jóvenes y otro resultó herido de gravedad cuando el vehículo que conducía este último chocó contra la rotonda de Les Gavarres. El coche circulaba a 145 kilómetros por hora por una zona limitada a 40 por lo que todo apunta que el accidente se debió al exceso de velocidad. De todos modos, el diseño de la rotonda ha sido objeto de numerosas críticas. 
        La tragedia se repitió ayer. Esta vez en la carretera nacional N-340 a su paso por Coma-ruga (El Vendrell). Un camión hizo la tijera, perdió el control y embistió a un turismo que circulaba en sentido contrario. Fallecieron de inmediato una madre, su hija y un hombre, vecinos de L’Arboç y personas muy conocidas en la localidad del Baix Penedès. Alcaldes de la zona y la propia Generalitat se mostraron muy críticos porque el accidente podría haberse evitado. El camión no habría estado circulando por la nacional si se hubiese puesto en práctica el acuerdo por el cual los vehículos pesados no podían acceder a una de las carreteras más transitadas del Estado español. La dejadez de ciertas autoridades y el menosprecio por unos ciudadanos que sufren a diario la N-340 ha tenido esta vez un altísimo coste. 
        El secretario de Infraestructures de la Generalitat, Ricard Font, culpó de la situación al ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, y a su homólogo en el Ministerio del Interior, Juan Ignacio Zoido: «Uno es el titular de la infraestructura y el otro el responsable de que se lleve a cabo el desvío de los camiones. Aquí hay dos ministros y los dos son los responsables». Los alcaldes de l’Arboç, Joan Sans, y El Vendrell, Martí Carnicer, coincidieron en que las muertes «podrían haberse evitado». 
        Hay que intervenir ya para evitar más siniestros, tal como sucedió en la N-II en Girona, donde se tomó una medida como la pactada. El problema es quizá, como apunta Font, que se trata de «un tema de burocracia administrativa que hace que no sea una realidad o de incapacidad política».

 

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