La política silenciosa de un acoso en Cambrils

El conserje acusado del delito se ha pedido la baja médica y está a la espera de la resolución del expediente disciplinario abierto

04 diciembre 2020 19:40 | Actualizado a 11 diciembre 2020 19:41
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El  pasado 25 de noviembre, la alcaldesa de Cambrils, Camí Mendoza, y varias concejalas leyeron un manifiesto en conmemoración del Día Internacional contra las violencias machlistas.

El acto venía precedido de un asunto turbio que había levantado polvareda en la ciudad. Un caso de acoso detectado en 2018 y en fase de investigación desde el pasado octubre (dos años después del informe que lo alertaba) se había mantenido debajo de la alfombra hasta que salió a la luz. Y aún así, nadie admitió error, ni fallo en el protocolo para proteger a la víctima. Se optó por mirar hacia el otro lado sin ni una pizca de remordimiento.

Semanas atrás de conocerse públicamente el caso, hubo tensión en una junta de portavoces. Y luego medidas cuando el Diari destapó el caso con ayuda de gente bien informada. Pero allí se terminó el interés político (a excepción del PSC, que firmó el informe de 2018) para conocer de primera mano qué había fallado. 
Que no quisiera enturbiarse el día 25, puede comprenderse. Pero el silencio y la ausencia de conocer qué había ocurrido desde 2018 hasta finales de 2020 que siga vigente después del día internacional, carece de explicación.

Llegó el lunes 30, día de pleno, y quizá era el mejor foro de debate. La sesión, todavía telemática, más allá de los puntos del orden del día que tocaran, abría la posibilidad de preguntar sobre lo ocurrido en 2018 y qué había fallado para no investigarse hasta este último trimestre del año.

La sorpresa la escribía Cristina Sierra en la crónica del pleno del pasado lunes en estas páginas. No hubo debate, ni preguntas, ni interés por el presunto caso de acoso a una administrativa por parte de un conserje.

Todos callaron y tragaron saliva. Quizá Ana López, que en su día fue la edil que firmó el informe de presunto delito de acoso, es la que más rabia contenida tenía. Y quizá la alcaldesa Camí Mendoza, también máxima autoridad en la legislatura pasada, era la que más le interesaba evitar respuestas incómodas. Así transcurrió la sesión plenaria. Sin preguntas ni respuestas. Decepcionante.

Un mes antes, cuando un agente de la Policía Local de Cambrils fue detenido por un presunto delito de trata de blancas, sí hubo una condena unánime. ¿Qué diferencia hay entre los dos casos para salir o omitirse en un plenario?

El tupido velo del conserje que presuntamente acosaba a una administrativa sigue allí. Ni en el turno de preguntas nadie tuvo la valentía de sacar el tema. Todos, con mayor o menor grado, mostraron la cara oculta de la política, la de los intereses partidistas por encima de la transparencia o el reconocimiento de errores. Todos, a mi humilde entender, tienen parte de culpa en que la víctima hasta hace pocos días tuviera que compartir espacio físico con el presunto acosador y que nadie tuviera la sensibilidad de ponerle un remedio mientras se analizaba el caso. 

El acusado se le apartó el mismo día que se publicaba el artículo y ha pedido la baja poco después. El proceso sigue, pero termine como termine, la parte política del acoso en Cambrils ha sido hipócrita.  

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