Durante la Guerra de los Balcanes se hicieron célebres dos personajes: el presidente Karadzic, un psiquiatra loco, y un militar, Mladic, responsable de unos 10.000 asesinatos, entre ellos 8.100 en Srebrenica. Unos 40.000 musulmanes se habían refugiado en esta ciudad bosnia. Fueron separados los hombres y llevados a fosas donde les acribillaron a balazos o arrojándoles granadas.
Mladic ha sido condenado a cadena perpetua. Ha salvado su vida gracias a la Unión Europea, que determinó la abolición de la pena de muerte como un rasgo innegociable.
Se puede preguntar: ¿no resulta exagerado prohibir aplicarla a un genocida autor de masacres tan enormes? ¿Merece respeto una vida así?
Es por respeto propio, a sus creencias, que la UE se prohibió a sí misma aplicarla.